domingo, 3 de abril de 2011

El Pais de las Maravillas.


Querido:
Te escribo para contarte mi viaje hasta un lugar maravilloso. Se llega mediante un extraño recorrido y al principio siempre pasa lo mismo: Las puertas se abren descubriendo su secreto para darnos la bienvenida.
Se accede, algunas veces, como una intrusa, otras, como una invitada de honor.
Aunque no se entienda muy bien cómo, se está, por fin, alli. Tibia, iluminada, habiendo cumplido un gran anhelo, feliz . Todo lo demás nos abandona, salvo la necesidad de permanecer para siempre saboreando palabras dulces como una fruta, tiernas como la mejilla de un recién nacido.
Sé, por boca de otras mujeres, de la existencia de jardines secretos, todos muy parecidos, en el corazón de cada hombre.
Sin embargo, en algún momento imprevisto, ellas fueron invitadas a retirarse. Acusadas de hacer algún gesto, de pronunciar una palabra inadecuada, de ninguna manera intencional. Tal vez, simplemente, se habían delatado sentimientos inconvenientes, o miradas, o el ruido de unos pasos, o alguna pregunta indiscreta. Lo cierto es que, en ese momento, despiertan en el corazón del hombre amado las otras palabras: las duras, las asperas, las inesperadas. Las palabras dormidas.
Los cancerberos dormidos.
Los esbirros dormidos.
Los centinelas dormidos.
Las críticas dormidas.
Los miedos dormidos.
Los verdugos.
Y entonces, todo cambia. Dan comienzo interrogatorios sagaces, estrictos exámenes, reconvenciones y exhortos, recomendaciones y criticas varias. Exigentes evaluaciones.
De poco sirve explicar o disculparse,
No se de qué manera se despiertan los demonios que todo hombre oculta cuando conoce a una mujer, pero una vez rotos los cerrojos, sueltos los monstruos de nombres tan repugnantes como Celos, Posesión, Indiferencia, Codicia, Traición, Violencia, Duda, Olvido, ya nada tiene remedio.
Iracundos y amenazantes, contradiciéndose y empujándose mutuamente, avanzan . Cuando llegan, empujan las puertas del jardín y se plantan frente a la mujer como si, verdaderamente, se tratara de una intrusa.
Ella, entonces, se siente como una forastera. Ya no pertenece a ese lugar. Observa los alrededores sin reconocerlos. Tiene miedo, tal vez implora, pero es inútil.
A veces, incluso, pasa todavía algún tiempo sin entender muy bien qué ocurre, pero, al fin, se marcha.
Cuando se cierran las puertas a sus espaldas, toda mujer guarda memoria fiel de aquel sitio. Sabe con certeza que no ha soñado.
Que existe un lugar secreto en el alma de cada hombre donde fluyen manantiales inagotables de ternura, pero también sabe que el mapa donde fueron trazados los caminos de acceso está irremediablemente perdido.
Nadie creerá en su intuición femenina y al fin deberá darse por vencida aún conociendo la verdad.
A mí también me pasó. Llegué al lugar sagrado de tu corazón y obtuve el permiso de permanecer durante algún tiempo. Después, fui invitada a marcharme. Ahora, no tengo más pruebas que la memoria, nada conservo de aquel sitio y por eso no intento convencer a nadie.
Me conformo con desear, profundamente, que el azar te lleve hasta allí antes de que caiga la noche.
Tuya: A.

Licencia de Creative Commons
El Pais de las Maravillas by Ada Fanelli is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Based on a work at oficinadecorreos.blogspot.com.

2 comentarios:

  1. Y si se tratara de la ilusión de un sitio? Y si lo verdadero no pudiera ser encontrado en el corazón de otro?

    ResponderEliminar
  2. Hola Sandra: no es "otro sitio" es el mismo sitio con otra puerta. Nada mas. Besotes. Ada

    ResponderEliminar