martes, 24 de agosto de 2021

Carta abierta a Dios

Querido Señor Dios: 

                              . 

                             Estoy seguro, debido a tu prodigiosa memoria, de no necesitar recordarte los términos del contrato firmado oportunamente con motivo de asumir la tarea a la que me dedico aquí en la Tierra desde hace tanto tiempo. Estoy a gusto y lo hago exitosamente. Abundan tanto los materiales como las ocasiones para hacer mi trabajo. 

                             Sin embargo, me permito enviarte estas líneas por motivos que a continuación te explicaré y seguramente comprenderás

                             Constantemente ingresan al taller corazones rotos, conciencias sucias, memorias empañadas, arrepentidos sin culpas y culpables sin arrepentimiento. Trabajo con gran satisfacción pues a pesar de las dificultades las almas cambian que a veces me cuesta reconocerlas después de atravesar el proceso de introspección transformadora. Sin embargo, Señor, hay una dificultad que va en aumento, y cuando reviso el trabajo pendiente me atrapa la desesperación. 

                           Cuando las almas llegan, cargadas sus espaldas bajo el peso del sufrimiento, no dudan en aceptar el trato que les ofrezco:  después de curar, brindarán por un tiempo su ayuda a los que todavía padecen. Sin embargo, cuando logran el tan anhelado bienestar, lo olvidan o bien encuentran cantidad de excusas para posponer el cumplimiento de sus promesas. Y no creas Señor que lo reprocho, pues se trata algo bien comprensible: Como es sabido, ver el dolor ajeno evoca recuerdos que prefierimos olvidar. 

                            Pero el hecho es, Señor, que estoy solo con unos pocos ayudantes ante una demanda en permanente aumento. Es el motivo de esta carta: pedirte que apures los contratos de nuevos colaboradores. !Los necesitamos tanto!

                           Si, además, tienes por allí algo de fuerza, enviala también, para que la esperanza no falte y la fe no flaquee. 

                           Sin mas, y quedando a la espera de tu repuesta, te saluda atentamente: 

                                                                                              El Angel Obrero.  


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martes, 27 de diciembre de 2011

Buena Acción

Señor Doctor: 
                      Hoy es Nochebuena y en mi pueblo tenemos la tradición de hacer una buena acción desinteresada en estas fechas. Yo lo escogí como beneficiario. Seguramente no se acuerda de mí, pero yo sí de Ud. y esta carta es mi regalo de Navidad.
El Sábado a la noche estaba dando una vuelta por la Plaza del Carmen, tratando de ganarme la vida diciendo la Buenaventura y hechando las cartas, que es lo que sé hacer para vivir. Toda la gente parecía contenta y risueña.
En una de las mesas, bastante atrás y como escondida, estaba una señora muy bonita, pero con la cara más triste que vi en mi vida. Cuando le ofrecí adivinar su futuro, se le llenaron los ojos de lágrimas y ahí sí que, de veritas, se me partió el corazon del todo. Pobrecita, tan joven, tan linda, tan elegante y al parecer, sin esperanzsas en el porvenir. Saqué mis naipes, que nunca mienten, y traté de animarla un poco. Tengo mi arte, y lo fui consiguiendo. Se sonreía escuchando mis aciertos y hasta me contó algunas de las cosas que yo ya había notado.
Una gitana vieja necesita saber mucho sobre los demás para seguir andando. El brillo de una mirada puede mostrarle si es buena gente o si puede ser una amenaza. Su señora es muy buena, aunque no es feliz, y es raro, porque la gente que no es feliz también, poco a poco, se va haciendo gruñona y antipatica, pero ella no.
¿Se preguntó alguna vez por esa tristeza? Usted es su marido, tendria que preocuparse por saberlo. Si, si, ya se, todavía escucho las palabras que usó conmigo:
-¡Vieja ignorante y mentirosa, deje de molestar a la gente!.
Entonces a su señora se le vió la pena en la cara otra vez, y se notaba a las claras que sentía vergüenza. Por eso me levanté y me fui calladita, pero antes llegué a escucharlo:
-¡Sonia!! No me esperaba esto de vos. Sos mi mujer, la mujer del Dr. Montalbán, tengo un prestigio que cuidar, y con estas actitudes lo ponés en riesgo. Esa vieja es una charlatana. ¿Qué puede decirte una ignorante que no sabe nada de la vida?.

Y bueno, mire, se le voy a reconocer, evidentemente, vieja soy y charlatana también. Al fin y al cabo, me gano la vida hablando. !Pero de ahì a no saber nada!... ¡No señor! De ninguna manera. ¡No se imagina cuántas cosas aprende uno echando las cartas! Eso, claro, si aprendió a escuchar.
Llevo mucho tiempo en el camino. Mi Madre me dió a luz en el carromato donde todavía vivo y donde también parí a mis hijos. No fui a la escuela y sé poner mi firma, porque una vez una mujer muy buena -bastante parecida a su Señora, ahora que lo pienso- tuvo la voluntad de enseñarme. Pero nosotros no estamos mucho en ningún sitio, así que las lecciones se interrumpieron pronto. Esto que lee, se lo estoy diciendo a un vecino que me hace el favor de escribirlo.
Y como no se leer en los libros, no tengo más remedio que leer en las caras, como le iba diciendo, y en los naipes, que me cuentan muchas cosas. Pero más todavía aprendo de la gente cuando pide la buenaventura. Casi todos piensan que soy una ignorante, y por eso no ponen demasiado cuidado cuando hablan conmigo.
Me dicen cosas sin notarlo: miedos y deseos, pasado, presente y futuro. Creen que lo adivino, cuando en sus preguntas están sus respuestas, y en sus negativas sus afirmaciones.
“¡Dime de qué presumes y te diré de qué careces!”, repetía mi abuela al enseñarme las artes ocultas.
Los intereses de la gente no son tantos: amor, dinero, salud y obtener justicia.
El amor interesa a todos aunque se crea cosa de mujeres. Los varones son los más preocupados, aunque dan muchos rodeos. Por ejemplo, preguntan por el dinero, pero enseguida descubren sus auténticos intereses.
Muchos quieren alagar a alguna dama esquiva, pero riqueza y amor no se llevan bien. Obtener un favor con regalos invalida lo obtenido. Pronto, él cree que la bella dama miente como él lo hizo al presentarse ricamente adornado para ocultar miserias y tribulaciones. Tanto se convence, que termina por convencerla a ella, quien, sin embargo, hubiera podido encontrar otros méritos para amarlo.
No saben los hombres que a las mujeres nada les importa la fortuna cuando son bien queridas, pero que cuando no lo son, no hay fortuna que alcance a colmarlas.
Por eso no es conveniente ir al encuentro del amor, sino esperar a que él nos encuentre.
Créame que un hombre está muy desesperado y ha caido muy profundo cuando consulta a una gitana, porque los hombres, Dr., sufren más por el amor que nosotras las mujeres y eso es fácil de entender. Cuando un hombre obtiene a una mujer, no necesita resignar otras cosas de su vida. En cambio, una mujer, para vivir el amor, debe dejar mucho de lado, aunque lo haga con alegría.
Por eso, cuando el amor termina, un hombre pierde aquello que consideraba suyo y en cambio la mujer recupera lo que había resignado.

En cuestiones de dinero, la gente siempre sufre. Sufre cuando no lo tiene, pero más aún sufre si lo posee, porque entonces teme perderlo. Así, todos son pobres al no comprender que la felicidad consiste en dejar ir para recibir de nuevo. ¿Quién sería tan tonto como para llevar una bolsa llena de cosas cuando va a la feria? ¿Que podría cargar en ella, si ya está repleta?
En temas de justicia, todos temen ser traicionados. Parece mentira, pero la gente necesita preocuparse más por la honestidad de los abogados que defienden sus causas que por la de los jueces que las juzgan.
Y así va el mundo, Señor. Nadie cuida a nadie. En materia del amor, que alguien lo quiera a uno, parece demostrar su falta de inteligencia, y por lo tanto, de méritos para ser amado. Por eso, nos condenamos a querer sólo a quien nos rechaza.
La fortuna, si la tenemos, creemos que se debe a una racha de buena suerte, y si no la tenemos, para qué vamos a esforzarnos.
La salud, por supuesto, solo preocupa cuando es necesario recuperarla.
Ud. mismo, Dr., cree perder sus meritos debido a la conducta frivola de su mujer, sin notar cuántos méritos le faltan para hacerla feliz. Ojalá recapacite a tiempo y cambie.
Esto es lo que una vieja como yo sabe y comparte.
Seguramente, es mucho menos de lo que sabe Ud., pero, sin embargo, esta pobre vieja le lleva una gran ventaja: puede aceptar el amor de cualquiera porque no tiene prestigio alguno para perder. Dayra Luz.

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domingo, 11 de diciembre de 2011

Honorable Señor Diputado de la Nación Argentina

De mi Mayor Consideración:

Le dirijo a Ud. estas líneas por un motivo importante: los argentinos empezamos a considerar un tema hasta ahora tabú: modificar la legislación sobre el aborto.
Se escuchan opiniones sobre el “derecho a abortar” o a “decidir sobre el propio cuerpo”, pero me parece que estamos usando frases hechas que carecen de toda relación con la vida real de las mujeres.
Nuestro problema no es el derecho al aborto, sino más bien el derecho a disponer de lo necesario para criar a nuestros hijos. Trabajamos una imposible cantidad de horas que nos quitan tiempo para la crianza. Hoy en día, prácticamente todas desempeñamos jornadas agotadoras a cambio de una remuneración económica, por lo general, bastante limitada. Las que pertencen a las clases medias y las profesionales, usan una parte importante de ese ingreso para enfrentar el pago de una niñera y-o guarderia, jardín de infantes o escuelas, con lo cual se produce una paradoja de la que, sin embargo, nadie habla: las mujeres no sólo ganamos menos que los varones por igual tarea, sino que, además, tenemos que pagar para trabajar. Se genera una redistribucion de los ingresos que contradice los principios del sistema capitalista, pero las mujeres somos así de contradictorias.
En épocas pasadas, el trabajo femenino en el hogar no estaba representado económicamente. Ahora sí lo está, pero el costo lo asumimos nosotras.
En caso de no tener un sueldo suficiente para contratar a otra mujer que ayude en la crianza y la atencion del hogar, las mujeres pobres se ven forzadas a realizar doble tarea y además, a dejar a sus hijos, en el mejor de los casos, con parientes, y en el peor, solos o lejos, ya que están obligadas a migrar de sus lugares de origen para encontrar ocupación en otro lado. Un problema estructural, como expone la pelicula “Mamuth”. Los países desarrollados enfrentan el mismo problema en la cultura post-moderna y apelan también a la mano de obra barata de las inmigrantes. Aquí disponemos de suficientes “paraguayitas” y “peruanitas” deslomándose “por horas” y en negro. El producto lo remiten al país de origen, donde una abuela o a una hermana se hace cargo de sus hijos. El resto, si queda, se ahorra para visitarlos una vez al año.
Porque las mujeres, digámoslo de una vez, vivimos en otro mundo, donde las reglas económicas son muy diferentes a las que rigen en Wall Streett.
El mundo femenino es solidario por definición. Solo competimos entre nosotras hasta conseguir un hombre, elemento imprescindible para armar una familia. Después, todo cambia. Los modelos masculinos no son los de antes y el “macho proveedor” se encuentra en franca extinción, así que nosotras, cuando la inflacion obliga, organizamos compras comunitarias, cuidamos los chicos entre todas, armamos redes de comunicación sumamente eficientes, contenemos, cuidamos, criamos, sacamos el mundo adelante a pura teta. Administramos bien porque, como el yogurt, las mujeres venimos con fecha de vencimiento. Llegamos y llevamos a horario. Nos insuflamos hormonas cuando sabemos que nuestro tiempo se termina, pero también cuando no es tiempo todavía. Otra paradoja, Señor Diputado: el control de la natalidad, del cual depende en gran medida la organización social, está en manos de jovencitas totalmente carentes de información y poder que son manipuladas y culpabilizadas si no cumplen con los mandatos que nadie se molestó en transmitirles. Un magro subsidio y casi seguramente la soledad serán sus únicas recompensas como madres solteras. Pero las mujeres estamos muy acostumbradas al desamor, la falta de compromiso y de apoyo y si algo sabemos, es como sobrevivir a todo eso para hacer que nuestros hijos crezcan lo mejor posible. Incluso, algunas veces, nos arreglamos para encontrar tiempo libre y entonces contenemos a nuestros congéneres masculinos, lo que nos hace, nueva paradoja, muy felices.
Asumimos el compromiso de poner gente en el mundo a sabiendas de que se nos irá la vida criándolos para, despues, dejarlos ir. Y cuando terminamos con los nuestros, seguimos con los hijos de nuestras hijas.
Claro, a veces, sólo algunas veces, nos fallan las cuentas y no podemos. Entonces se nos parte el alma pero tenemos que renunciar a un proyecto superior a nuestras fuerzas.
Sin embargo, ese hijo que no es viable nos acompañará toda la vida. Porque hay cosas que los hombres -y tal vez algunas mujeres- no saben: Que cuando una mujer aborta, sin embargo, sigue contando los años del hijo que no pudo ser: - “Ahora tendria ocho, porque fue dos años antes de nacer la nena. Ahora estaria terminando el secundario. Ahora, tal vez, ya estaría casado. ..”
Ese hijo secreto cuya existencia casi nadie conoce, pero que no se olvidará jamás, vive en nosotras para siempre.
¿Derecho al aborto? ¡Que eufemismo! No señores, las mujeres no queremos derecho al aborto, las mujeres queremos derecho a criar nuestros hijos sin culpas porque nos vamos a trabajar, porque estamos separadas, porque los tuvimos demasiado pronto o porque tuvimos que esperar demasiado. Necesitamos disponer de tiempo y medios para hacer que nuestra nueva gentecita prospere con dignidad.
Con respecto al aborto, Señor Diputado, las mujeres sólo queremos que dejen de culparnos cuando no podemos seguir adelante. Queremos condiciones higiénicas y seguras para atravesar ese momento que ninguna quiere atravesar. Y así como estamos dispuestas a dar la vida por los hijos que tenemos, no queremos que nos cueste la vida el que no podemos tener.
Las mujeres necesitamos los medios, no el derecho, que es inalienable, de cuidar nuestro cuerpo, porque entre nuestras piernas, abre sus puertas la vida . Y como nos sabemos obligadas a compartirnos nosotras mismas, no nos cuesta demasiado compartir lo demás. Por eso, las mujeres formamos una comunidad paralela, subterránea, solidaria, productiva, imprescindible. El lugar donde todo el mundo nace, crece, aprende a caminar, a hablar, a socializarse, para, después, ejercer el derecho de marcharse sin pagar. Ese es el mundo de las mujeres. Un mundo que si quiere, Señor Diputado, puede visitar ahora mismo. No se prive de hacerlo, aprenderá mucho de política.
Y cuando venga, recuerde traer un ramito de flores, las valoramos, o un detalle para los pibes, que no olvidaremos jamás. A cambio, le mostraremos el valor de la vida humana. Le enseñaremos como compartir el tiempo y la plata. Conocerá un mundo donde las clases sociales son supérfluas, donde la diferencia entre ser patrona o empleada sólo indica quien estrena antes el vestido nuevo. Gente que compensa el resentimiento personal por tanta injusticia sufrida reclamando siempre una vida mejor para sus pollos. Y se trata de personas exageradamente exigentes, porque saben que un error simple puede costar una vida. Muchas, son poseedoras de una gran cultura, pero fácilmente hacen a un lado los libros cuando la experiencia contradice a la teoria.
Gente que no miente si no es absolutamente necesario. Seres humanos imperfectos, como todos los demás, pero muy capaces de olvidar sus intereses personales cuando alguien necesita de su ayuda. ¡Y ni qué decir cuando ese desvalido es un niño!.
Venga a ver nuestro mundo, Señor Diputado, aprenderá mucho, se lo aseguro.
Y después sí, vaya tranquilo y legisle.
Una Madre Argentina.


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domingo, 27 de noviembre de 2011

Carta abierta para una mujer maltratada

Querida amiga:

Cuando un hombre suelta los perros negros de su humor y golpea a una mujer, a él, no le pasa nada. Al otro día, o al rato, tal vez intente borrar su tristeza, la tristeza de la mujer, pero no puede. Trata, pero no puede. Él no escuchó cómo estallaba el cristal haciéndose añicos, y por eso no comprende y lo sigue intentando. Insiste, convence, se convence. Le dice que la quiere, convoca mil argumentos en su auxilio. Explica, promete, jura, implora. Cuando un hombre golpea a una mujer, incluso, llora.

Es tan persistente, que al fin alcanza su objetivo: ser perdonado por la mujer a la que ha golpeado. Entonces está alegre. Festeja haber borrado aquel momento de su conciencia, espantando la sombra de los perros negros que oscurecían el rostro de la mujer y festeja sobre ese cuerpo todavía dolorido. Cubre de besos y caricias la piel que ha rasgado, y sus intenciones parecen tan sinceras, que ella también quiere poder olvidar.

El hombre que golpea a una mujer la rodea con toda la intensidad de su arrepentimiento hasta caer agotado entre sus brazos.

Entonces, cuando se siente indefenso nuevamente, los perros negros del mal humor resurgen de su escondite, se apoderan de las manos que acariciaban a la mujer y con ellas descarga puñetazos nuevos sobre la víctima.

El hombre que golpea a una mujer no puede evitar sentirse un huérfano sobre su pecho. No puede evitar ser el autor de su propia orfandad.

Si una energía superior a la suya propia no lo evita, el reiniciará el macabro rito una y otra vez hasta destruir a la mujer.

La mujer que vive junto a un hombre que la golpea debería ser capaz de evitar un final tan triste para ambos. Pero no siempre quiere, y no muchos le creen. Sin embargo, a pesar de su debilidad, ella es la única que puede. El no dejará de golpearla: ni quiere, ni puede.

Cuando un hombre golpea a una mujer, deja una marca indeleble como terrible patrimonio que alcanzará no solo a sus hijos, sino a los hijos de sus hijos y tal vez más.

Cuando un hombre golpea a una mujer, estalla algo frágil que une a hombres y mujeres. Algo que, aún reparado, habrá perdido irremediablemente su belleza.

Cuando un hombre golpea a una mujer, la despoja. Ella queda desnuda de su inocencia y solo la cubre la vergüenza.

Cuando un hombre golpea a una mujer la obliga a cargar con la vergüenza de amar al hombre que la golpea. Una carga que se hará cada día más pesada, hasta destruirla.

El golpe que un hombre da a una mujer es el fracaso de la caricia.

El hombre que golpea a una mujer es un miserable, y nadie puede vivir indefinidamente en la miseria.

Ya lo sabes, amiga. No temas denunciar tu dolor, porque nadie es culpable de amar.

Abandónalo aunque lo ames y eso te haga sufrir. Sopórtalo, porque ese dolor tiene fin.

No te dañes con autocríticas, deja tus sentimientos en paz, no tienes la culpa de lo que ocurre.

El corazón tiene sus propios tiempos. Sólo trata de reservar un poco de amor para ti misma. Si tienes hijos, piensa en como sufrirías de ser testigo de su padecimiento: ellos sufren igual por el tuyo.

Se valiente, no vuelvas la cabeza, aprieta con firmeza la pena que tienes y si puedes, no temas transformarla en odio. En ese único caso, el odio será más sensato que el amor.

Alégrate de odiar al hombre que te ha golpeado si aún le amas. Tal vez le evites la cárcel, tal vez por fin busque ayuda para cambiar su destino.

Alégrate de odiarlo si amas a tus hijos porque les proporcionarás un futuro mejor.

Querida amiga, un hombre que golpea a una mujer no la ama, aunque lo jure, no se arrepiente, aunque pida perdón y no es una buena persona. Sobre todo, cuando un hombre golpea a una mujer, aunque quiera dejar de hacerlo, no puede. Los perros negros que devoran su corazón son, ahora, más fuertes que él mismo, así que no le creas aunque le creas.

No confíes fácilmente: muchos de aquellos a los que pides consejo están perdidos en el mismo infierno. Ese señor tan amable, esa señora de tanto carácter, aunque nadie lo sospecharía, pueden ser víctimas del mismo mal. ¿O no parecían también ustedes para los demás un matrimonio perfecto y él un marido envidiable?

Debes exigir apoyo de las instituciones que te protegen. Después de todo, para ti lo que ha fracasado es la institución matrimonial, o la familiar, o la pareja. Debes saber que este mundo sobrevive porque cuando una institución fracasa otras vienen en su auxilio.

Las instituciones de la salud, del derecho, o la fuerza pública están obligados a ayudarte a ti y a tus hijos, para ello la comunidad a la que perteneces les abona sueldos y honorarios.

Desgraciadamente, no eres la primera ni la última en sufrir ese calvario. Las que pasaron antes por allí dejaron impresas su huellas para guiarte.

Te deseo suerte y sobre todo fortaleza para romper las cadenas del prejuicio y el temor. Ya no falta mucho. Vas a ser feliz. Puedes. Palabra de Mujer.



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viernes, 18 de noviembre de 2011

La luz

Querido hermano:
Te escribo esperando que esta llegue a tiempo para tu cumpleaños. Como me pediste, te mantengo al tanto de lo que pasa por aquí. Papá y mamá bien, están de viaje ahora y dijeron que a la vuelta empezarían a pensar en hacerte una visita. ¡Te extrañamos mucho! Ojalá no sea en tiempo de clases para que me lleven con ellos.
Hablando de escuela, por favor envíame noticias tuyas, porque mis compañeros de clases me vuelven loco a preguntas. ¡Soy el único que tiene un hermano viviendo en Sirio! Lástima que las imágenes tarden tanto en llegar desde allá, por favor, mandá algunas con alguien que viaje, las iré a buscar al sitio que me digan.
Mi maestro prometió subirlas a la red del aula: ¡Imagina mi popularidad con las chicas!
Como mamá y papá no están, soy el encargado de alimentar a los mas pequeños. Los levanto de prisa antes de la salida del sol y hacemos nuestros ejercicios en la terraza si no llueve y en el patio si esta feo el tiempo. Soy muy responsable y no he fallado ni un solo día, por eso papá y mamá tienen confianza en mi y estoy orgulloso de ello.
Querido hermano, valoro mucho el privilegio de haber merecido nacer en esta época de la Humanidad. ¡No imagino vivir en un mundo donde las personas se mataban unas a otras y para alimentarse necesitaban destruír a otras especies!
Sé que el mundo vive en paz sólo desde que descubrimos la forma de alimentarnos procesando la luz solar en nuestros cuerpos, así que la responsabilidad de entrenar a otros me parece estupenda, y tal vez me inscriba en Luminología cuando termine mis estudios preparatorios. Dime que opinas de mi proyecto.
El abuelo se reía de mi diciendo: -!Al menos no perderás los dientes como yo!. El dice que se le gastaron masticando, cuando todavía comía. No sé si creerle, nunca se sabe si habla en serio o te toma el pelo.
Hablando del abuelo, la otra noche tuve un sueño muy especial y se lo conté.
Soné que una sensacion fría, dulce y rosa bajaba por el centro de mi cuerpo y me producía un placer enorme. No, no pienses que me dormí pensando en chicas, lo que sentí no tenia nada que ver con chicas, era completamente diferente, era una caricia fresca en mi lengua, en mi garganta, y bajaba hasta fundirse con mi cuerpo. Se lo conté al abuelo, y sólo movió la cabeza y dijo: -“Helado de frutillas”. Después no quiso seguir con el tema, ya lo conoces. ¿Tú que piensas? ¿Sabes que quiere decir “Helado de Frutillas"?
Me pregunto cómo puede uno soñar con algo que nunca experimentó despierto. ¿Será un recuerdo prenatal? ¿Crees en eso? No se, tal vez también me dedique a la Psicogenética, porque tengo muchas preguntas sin respuestas acerca de mi mismo. Bueno, hermano, me despido de ti porque es casi hora de la alimentacion vespertina. Hoy fue un hermoso día y el sol antes de ponerse en el horizonte nos dejará un gran regalo de vida.
No olvides las fotos que te pido, y si sabes que significa “Helado de Frutillas” por favor, también dímelo. Un abrazo grande como toda la Galaxia que nos separa. Tu hermanito: Pedro.


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domingo, 30 de octubre de 2011

Yo, Drácula

Dios Misericordioso:
Yo, Drácula, al que dicen Señor de Las Tinieblas, ante Ti me presento. Aquí estoy, cubierto con las grises alas del fracaso. Me enviaste a ellos con Tu Mensaje de Vida Eterna y he naufragado. No la desean. Tanto aman la muerte que fui perseguido, calumniado y torturado. Ellos me arrojaron al fondo de la noche y sólo en ella he conseguido cobijar mi angustia y desazón.
¡Todo es mentira, Señor! No les creas cuando gimen ante el sepulcro. Quise darles la Resurrección y tanto fue su pavor que me persiguieron como a una bestia maldita y me conjuraron con el crucifijo de sus dudas al cual aman más que a Ti.

Yo, Drácula, quise enseñarles a vivir en la sangre eterna del hermano, a vivir todos con todos en una sola sabia para siempre, pero ellos pensaron que Yo, Inmortal, deseaba su instante. Yo, que domino los secretos de Vida y Muerte, y quise ofrendarles en Tu Nombre Sagrado Mi Saber:
A cambio de una noche, La Eternidad.
Pero ellos prefirieron y aún prefieren la seguridad de cada día al dominio del presente. Ellos confundieron, y aún no se cómo.
¡Escucha Señor mi lamento! Tu, que eres el Unico que sabe aún más que Yo, ten piedad de Mi. Me asesinaron mil veces con la estaca afilada de su odio y piensan que me han dado muerte eterna, como si Tú no hubieras descendido a sus infiernos para darles la Revelación.
¡Lo han olvidado! Todo lo han olvidado, y creen verme en la noche, y creen que soy yo el que crea el pavor nocturno, y cuando les animo a venir a mí, piensan que a la oscuridad les llamo. Y tan oscuros están sus corazones, oh Señor, que no ven su propio sol nocturno. Piensan que temo a la luz del día porque en ella me desintegro. No ven ni sienten mi gozo supremo al transformarme en polvo en el polvo, para volver a nacer en la sangre de cada hombre.
Yo, Drácula, cobijado en oscuros huecos, esperé el paso del caminante, para entregarle mi secreto. Pero más pudo su espanto.
Me creyeron conjurado con el Diablo, y entonces llamé al Diablo para que les explicara que Tú y El son amigos, pero aún creció su temor e inventaron mil exorcismos.
Quise dar la eternidad a sus mujeres y sus hijas, condenadas por haber nacido, y me condenaron ellos a mí por tocar sus hembras. ¡A mí, que soy el Amante Eterno de la Vida!
¡Oh, Señor Sol de esta mañana! Escúchame, Yo, Drácula, te imploro...restaña estas, mis heridas, que son las heridas del amor...Seca mi piel, y seca mi carne, seca aún mis huesos con Tu Misericordia. Devuélveme a la Tierra Madre de la cual me arrancó un día la Voluntad de Hacer. Te confieso mi impotencia, mi ignorancia, te confieso mi no saber.
Mírame, soy Tu hijo y el hijo de Ella. Dame una de tus eternidades para descansar mi entraña herida en tu entraña, mírame, he realizado El Sagrado Oficio, y aquí estoy, una vez más con los brazos abiertos al cielo, yo, Tu Hijo Crucificado. Otro día, tal vez, cuando mi sabia reseca se haya nutrido en la fuerza y la paz del sepulcro, en la sabia inagotada de Ti, vuelva, resucitado, a esta tierra, y no sé cual será mi nombre ni mi rostro, pero sí se que volveré a repetir a los hombres de buena voluntad:
¡Come de mi carne, bebe de mi sangre, ama a tu prójimo como a ti mismo!



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miércoles, 19 de octubre de 2011

Dr. Freud

Estimado Dr. Freud:
Me llamo Sol Elizabeth Tordera y vivo en el futuro. Es decir, en su futuro. Estamos en el año 2011, y Ud. , claro, no lo sabe, pero es muy famoso en esta época. Estudiamos sus libros en la Universidad y practicamos el psicoanalisis. No debe existir persona aquí que no lo conozca, y casi todos, en algun momento de la vida, nos reclinamos en el “divan de Freud”. Pero no es por esto que le escribo, aunque tambien hago terapia una vez por semana. No somos tan prosperos como los pacientes de su época, y por lo tanto no podemos costearnos tratamientos de cuatro o cinco veces por semana. Además, aunque tuviésemos el dinero necesario, no dispondríamos del tiempo, ya que trabajamos muchísimas horas y la mayoria no vivimos cerca del trabajo, pero no quiero extenderme en temas que no hacen a mi inquietud. De cualquier manera, resulta, créame. Como verá, justamente, estoy haciéndome cargo de mi deseo al escrbirle. Y es que el psicoanálisis ha cambiado muchisimo al mundo. Seguramente no creería la libertad sexual que tenemos. Existe la posibilidad de cambiar de pareja cuantas veces se nos de la gana e, incluso, ni siquiera es necesario que estemos en pareja para ejercitar el erotismo con el otro o el mismo sexo. Incluso existen lugares donde uno puede tener relaciones con completos desconocidos y no se trata de lupanares, como en su época, y tampoco tenemos ningun interes por lucrar, sino que sólo nos guía el deseo. Lo llamamos swinger o intercambio de parejas. No es que vaya todo el mundo, por supuesto, pero cada vez son mas populares. Lo normal es ir a bailar y conocer a un chico o una chica, intercambiar algunos fluidos y despues ir al telo. Bueno, le aclaro, porque no debe saber de qué le estoy hablando: un baile es un sitio donde una va a bailar, como en su epoca, pero sola, no con la mama ni con marido o novio. Y un telo es un lugar donde se alquilan habitaciones por un rato para hacer el amor. Y bueno, justamente, vamos llegando al motivo de mi carta.
Pero antes quiero que sepa que nada de lo que diga debe entenderlo como un reproche, ya que le debemos tanto. Aunque es verdad que los métodos anticonceptivos facilitaron el ejercicio de nuestra sexualidad sin problemas, a Ud. le debemos la ejercitación sin culpas. ¡Y no es poco! Además, por supuesto, también la liberacion femenina está en deuda. Me explico: En esta epoca las mujeres no solo hacemos libre uso de nuestro cuerpo, sino que tambien estudiamos, ganamos nuestro dinero y no pedimos permiso para nada. Muchas, hasta tenemos nuestros hijitos solas. Bueno, interpréteme, no los concebimos solas (todavía) pero los criamos sin padre porque a veces hasta se pone difícil saber quién es. Existen algunos métodos, pero todavia no son de muy fácil acceso y nuevamente explicarlo me alejaría de mi objetivo.
Pues bien, voy al punto. Seguramente, y a pesar de que han pasado cien años. recordará sus estudios sobre la histeria. Bien sabemos que uno de los puntos centrales, incluso generador de muchos conflictos, fue que dijo Ud. que la histeria puede ser tanto masculina como femenina. Sin embargo, actualmente, no es lo mas popular de su obra, lo siento. Normalmente, tanto mujeres como hombres estamos muy acostumbrados a hablar de la histeria en femenino. Como comprenderá, la popularizacion de este uso no fue de nuestro agrado, asi que masivamente adherimos a aquello de “si no puedes vencer a tu enemigo, aliate con él”, asi que nos dedicamos, muchas, a estudiar psicologia (actualmente es prácticamente sinónimo de psicoanalisis) y las que no, a analizarnos. De esta manera aprendimos mucho de nosotras mismas y cambiamos nuestras vidas. Aprendimos acerca de lo que queremos, y justamente de eso queria hablarle. La semana pasada asisti a la conferencia de un famoso psicoanalista y escuché decir que, a pesar de haber investigado tanto en lo femenino, y de haber analizado a tantas mujeres, manifestó que seguíamos siendo para Ud. el “Continente Negro”. Es decir, un mundo desconocido. Bueno, como le decía, las mujeres continuamos su obra y ya no somos tan desconocidas, al menos para nosotras mismas. Sabemos lo que queremos y nos esforzamos por conseguirlo. Sin embargo, Dr. Freud, nos enfrentamos a un problema que nos resulta insoluble. Porque ahora, cuando por fin sabemos lo que queremos nosotras, no conseguimos averiguar que es lo que quieren los hombres.
Asi que, si por favor tiene una respuesta a mi problema, hágamelo saber. En sueños, en una alucinacion, de cualquier manera, no me importa, pero ¡Por favor, dígame como hago para conseguir un novio!!!!!!
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