domingo, 26 de junio de 2011

Correo de lectores

Estimado Sr. Director de la Revista “RAIZ”:

Mi nombre es Tadeo Albrecht Duarte y poseo titulación que acredita mi formación como Profesor de Psicologia, Filosofía y Ciencias de la Educación. Como docente me desempeñé desde 1955 hasta 1990, año en que me jubilé con el cargo de Vicerector del Colegio Nacional de esta Ciudad.
Me permito escribir estas lineas destinadas a la seccion “Correo de Lectores” de la publicación que Ud. dirije, en referencia al artículo publicado el 22-10 del corriente año, titulado: “Los Argentinos: ¿ya bajamos de los barcos?”

En la nota dice: “(…) Es histórico, a los argentinos los adelantos científicos y tecnológicos nos llegan siempre un par de años más tarde, después de ser producidos en los países desarrollados”. La afirmación hace referencia a la publicacion de un autor brillante, de trascendencia internacional y del que me manifiesto gran admirador y apoyo la intención de disponer de esas novedades editoriales a la mayor brevedad.
Sin embargo, este no es más que otro lugar común del Opinario Nacional ( si se me permite el neologismo) del que casi todos nos hacemos eco sin mayores cuestionamientos.
Dicen Uds. que los adelantos cientificos se producen en los paises desarrollados, pero eso es mucho asegurar, y me permito corregirlos. En primer lugar, necesitariamos saber que quieren decir con desarrollados ¿y en qué área del conocimiento? porque nosotros también tenemos mentes brillantes que trabajan por el progreso y la ciencia. No pretendo aburrirlos con la mención del helicoptero, la birome y las huellas digitales, que también forma parte del mencionado “Opinario Nacional”. Esa parte pedante nuestra que de tan poco nos sirve.
Buscaré ejemplos, en principio, del área en la cual me desempeñè como docente durante casi toda mi vida y que por eso es la ciencia que mejor conozco: la psicologia.
¿Saben ustedes señores, por ejemplo -si, lo saben, por supuesto- que nuestra Ciudad Capital es considerada la “Capital del Psicoanalisis“? Y dentro de la especialidad me permito citar a un autor nuestro, Isidoro Berenstein, quien dice:
“¿Qué duda cabe de que si una palabra realiza el recorrido necesario puede producir grandes transformaciones en el mundo?”
Yo me permito agregar: ¡Si esa palabra es de Industria Nacional, no llegará lejos! Es lamentable como los argentinos, de lo que no sabemos, es de lo que piensan y hacen los demás argentinos.
En mis años de juventud, por ejemplo, tuve el privilegio de conocer al Dr. Enrique Pichón Riviere y de asistir a muchas de sus conferencias y clases magistrales. ¡Qué Genio Creador, señores! Capaz de reunir e integrar diferentes líneas de pensamiento en lo que llamó una“Epistemologia Convergente”.
Comprendiendo al hombre como parte de un todo complejo, abrevó de distintas escuelas y tecnicas para explicar la construcción de la subjetividad humana e intervenir en pos de la Salud Mentaque, como nos enseñó, es Salud Social. Visionario y valiente, para postularlo en una época en que todo lo que sonara a “eclectico” era pecado.
O el Dr. Arnaldo Raskovsky, autor de la teoria sobre el “Filicidio”. Una teoria que, lamentablemente, calza como un guante a la condición humana.
Arnold Hauser dijo que el genio creador es expresión de la comunidad a la que pertenece. Nosotros los argentinos, somos especialistas en importar brillantes soluciones a problemas ajenos. A veces sirven.
En tanto, nuestros propios genios son olvidados con frecuencia. ¿No se trata de un filicidio cultural?
No voy a extenderme más en el tema que me apasiona, solo terminar preguntando por qué en la curricula universitaria no existe la cátedra “Psicologia Argentina” (aunque una vez la hubo, antes de que llegaran los gobiernos militares) y si se dictan la psicologia francesa y la inglesa.
No critico que las estudiemos, en el Profesorado una docente nos decía:
-“Lean todo, la realidad es demasiado compleja como para descartar nada”.
Sólo me pregunto por qué nuestros autores son escasamente citados en revistas especializadas. No encontramos alguna alusión a sus obras en los suplementos de Psicologia de los periodicos.
¿Y por qué? ¡Porque son argentinos, señores!
Un viejo chiste cuenta que iban dos tipos por la calle y uno de dice al otro: -Mirá, ahí va Einstein, el cientifico que obtuvo el Premio Nobel.
A lo que el otro responde_
- ¿Ese? No puede ser, si vive a la vuelta de mi casa.
Acá también pensamos así: cuanto mas cercano, menos valioso.
Pero veamos ejemplos de otras áreas.
Sin ir más lejos, tengo un nieto fanatico de las computadoras como casi todos los pibes de su edad. Pues bien: el muchacho, un dia, llega a mi casa y me espeta:
-“Abuelo, enséñeme a dar una clase”.
¡Se imaginarán ustedes mi cara! Este crio, al que sus padres, literalmente, debieron perseguir, amenazar y chantajear de mil maneras para que terminara su secundario solo el año anterior,!Ahora queria dar clase!.
Apelé, por supuesto, a mi larga experiencia con jóvenes y empecé por preguntarle:
- ¿Clase de qué m´hijito?
-Software libre, abuelo.
Bueno, que puedo decirles: Aprendi a mis 74 años, lo que es eso y mas. Me permito recomendarselo a todos. Especialmente lo referente a Inteligencia Libre y especialmente si en sus juventudes soñaron con un mundo menos dependiente de los poderes de turno: economico, politico, militar, etc. . ¡Descubrirán que estos muchachos estan trabajando en una revolución del pensamiento cuyas consecuencias ni siquiera me animo a imaginar y todo desde la oscuridad de sus cuartos de adolescentes!
Nosotros, que leímos mil veces de las aventuras de Bill Gate en el garage de su casa ¡Ignoramos lo que nuestros hijos y nietos crean tan cerca nuestro!.
Cuando terminó de explicarme, solo pude decirle: - Bueno, Nahuel, ya me diste la clase a mi. Mañana hacé lo mismo.
Bajó la mirada y dijo: -Estoy nervioso, abuelo ¿no me acompaña?

¡Como para no estar nervioso! El evento estaba programado en el Aula Magna de una importante Universidad porteña. A mi me temblaban las piernas más que a él, pero fui. A medida que hablaba de temas de los que francamente comprendi muy poco, me fui calmando. Se lo veía seguro, sabiendo lo que decía. Cuando el publico aplaudió, yo hice mas ruido que nadie con mi baston. El salón estaba lleno de muchachos que escasamente superaban los 25 años. Otros eran directivos de empresas que asistían en busca de novedades.
Otros imberbes conferencistas siguieron exponiendo diversos temas. Yo aproveché un intermedio para irme. Era la primera vez que no había entendido nada y sin embargo habia aprendido tanto. Y no tuve que esperar dos años a la publicación de sus ideas, porque son ¡argentinos!
Permítanme compartir con ustedes un sentimiento: el que me invade cuando viajo en subterraneo. Lo frecuento mucho dada mi condición de jubilado. En ocasiones, además, me encuentro con alguno de mis ex alumnos, una experiencia que alegra mi retiro, porque recuerdo a cuantos miles jovenes tuve el privilegio de guiar en el camino del conocimiento. Son ellos los que me reconocen, me saludan y me cuentan cómo han seguido adelante. Por eso sé que en cada vagon del subterraneo todos saben quien es Martin Fierro, muchos recuerdan a Nervo, Dario, Hugo o Bequer. Incluso uno o dos escucharon hablar de Paul Eluard, Margaritte Sourcener o Keruak.
Sin embargo, me pregunto por que casi nunca alguien abre su bolsillo o su monedero para esos muchachos que distribuyen por “la voluntad” sus poemas impresos por ellos mismos. Seguramente por ahí anda algún futuro Quiroga, Almafuerte, Alfonsina. Al que no conoceremos, porque nadie está dispuesto a invertir dos pesos en su alimentación, así que se vera precisado a cambiar de oficio o morir de hambre.

Venimos de una historia dura, fuimos disciplinados por un poder que no cesa. Por eso los estereotipos,la falta de fexibilidad, la desconfianza, responsables de este lamentable estado –y lamentable Estado-. Esperar lo bueno siempre de afuera, de otro, de lejos. ¡Y qué recibimos! Chicago boys, globalización, deuda, espejitos de colores. ¡Montañas de espejitos por dos pesos! (c/u), etc. Pasamos de vivir encerrados en un frasco de dulce de leche –que no se iba a terminar nunca- a entregarnos atados de pies y manos y envueltos para regalo. Eso si, con una etiqueta en inglés.

Encontrar las ideas necesarias y aplicarlas es lo que transforma al mundo, sin importar su dueño. Es un error buscar gurúes para obtener pautas de conducta, verdades absolutas, alguien que nos haga de papá o mamá. Lo que necesitamos es buscar las coyunturas para desarmar el mecanismo que nos retrasa y crecer.
Para eso, podemos echar mano de pensadores extranjeros en tanto sean interlocutores válidos, no modelos.

Digámoslo de una buena vez: los argentinos encontramos serias dificultades en el proceso de construcción de nuestra subjetividad, que incluye, desde ya, nuestra identidad: saber quienes somos, adonde queremos llegar.
–Cuando todavía vivía mi señora, cada Navidad, amasaba un Pan Dulce. Trabajaba mucho, porque no es nada fácil. La receta era de su madre, quien la heredó de una abuela italiana. Después, esa receta se perdió y el Pan Dulce tuvo nuevo estilo: Menos esencia, más nueces y frutas. Al gusto de todos, aunque la receta no es la misma. Lleva muchos, muchos ingredientes, una verdadera heterogeneidad culinaria. Con buena mano, la cocinera respetaba todos los gustos. Se esmeraba especialmente en la mezcla, para evitar que algunos de los ingredientes, durante la coccion, se fueran abajo.
Yo creo que nosotros los argentinos, somos como el Pan Dulce de mi señora. Llevamos muchos años mezclándonos: primero según receta ajena, pero usando los productos de nuestra tierra, nuestro trigo, nuestra fruta. Después, lo imprescindible, cocer a fuego lento y en nuestro horno para consumir fresquito. !Qué sería de nuestro Pan Dulce si lo confiáramos al horno de un lejano vecino!.
Asi mismo se va construyendo, no de cualquier manera, pero aquí y ahora, nuestra identidad nacional. Sirve todo pensamiento que suelte los nudos que nos atan a reclamos infantiles. Sirve la filosofía, que desanuda las ataduras a estereotipos obsoletos. Y sirven la política para organizarnos, y la sociología para conocernos, y la Psicologia Social para aceptarnos. Necesitamos de todos nuestros saberes y de todos nuestros sabios ¿Cómo si no vamos a romper las amarras que nos retienen junto a naves de las que unos ya bajaron y otros todavía no? Y que otros no abordaron, porque ya estaban acá.
Necesitamos consolidar un nuevo pensamiento para una realidad nueva, que nos calce. ¡Basta de heredar zapatos ajenos!
Por otro lado, me apasiona la revista. No sólo sus artículos, sino la capacidad de generar polémica, lo que hace que uno la espere cada semana como si se tratara de la entrega de un culebrón. Felicitaciones y adelante.
S. S. S. Profesor Tadeo Albrecht Duarte.

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domingo, 19 de junio de 2011

Querido hijo.

Querido hijo:
Recibo con mucha alegría tus cartas. Me regocija saber que estás prosperando en tu trabajo y agradezco tu hospitalidad, pero prefiero permanecer aquí, en este sitio.
Sé que te cuesta aceptar mi decisión, y por eso voy a explicarte sus motivos. No debes interpretarlos como una censura a tus elecciones, las cuales avalo totalmente, porque te crié con ese deseo: que seas capaz de decidir tu destino.
Quiero que sepas que la pobreza tiene algunas virtudes. Por ejemplo, nos salva de la codicia. Los pobres caminamos junto a los otros pobres: ¿qué podríamos envidiar de nuestros vecinos? ¿El trabajo inhumano? ¿El desempleo feroz? ¿La esposa avejentada prematuramente? ¿El marido borracho y golpeador? ¿La carrera delictiva de los hijos?
Claro que en las otras clases sociales también abundan desgracias, porque caracterizan a la condición humana, pero con dinero y poder es más fácil ocultarlas.
Entre nosotros, los pobres, todo está a la vista y a la intemperie.
Los ricos deben ocultar sus posesiones para protegerlas. ¡Tienen tantas cosas y tan buenas! Fácilmente encuentran en casa ajena algo para despertar su deseo.
Los pobres, en cambio, no desean, necesitan, y ya se sabe que la necesidad tiene cara de hereje. Se impone, no seduce. Además, a todos los pobres nos hace falta lo mismo, por eso nos resulta más fácil luchar juntos.
Las cosas bellas son caras, y nadie forzado a procurarse un pedazo de pan estaría dispuesto a invertir su tiempo en obtener cosas superfluas.
Como los pobres están libres de pecado, no construyen catedrales. Dios no necesita recordarles su presencia. Los pobres están tan seguros de El, como de un plato de sopa caliente. La fe de los pobres no tiene mérito, es nada más que hambre.
Para los ricos, en cambio, agradecer a Dios el pan de cada día sería una ironía. Reciben el pan y el jamón crudo, pero prefieren la comida light. No necesitan milagros. Rezar el Padrenuestro sería como tratar a Dios de panadero, y perdonar la deudas a sus deudores un sin sentido, porque de ellos viven.
¡Si lo que más aman en este mundo es ser acreedores!
Necesitan todo ese dinero para pagarle a muchos que trabajan acrecentando la fortuna sin la cual no podrían vivir.
A los pobres, en cambio, nos alcanza con estar secos y a cubierto.
¿Como van a tener fe en un Dios que les da todo y después les exige el reparto? Digan lo que digan, los ricos son siempre ateos y tienen sus corazones cerrados, aunque construyan Iglesias llenas de cosas brillantes. Para ser felices, necesitan templos dorados, santos policromos, un cielo lleno de ángeles, y la promesa de que la muerte les dará más de lo que les quita.

Para los pobres, hasta morirse es bueno, porque la muerte les ahorra incontables sufrimientos, mientras que, en cambio: !De cuántos placeres priva a los pobres ricos!
Cuando uno consigue comprender el mundo, hijo mío, comprende la Justicia Divina.
El quiere para nosotros el bien, y sabiendo que pocas posibilidades de errar tiene un pobre, es que hay cada vez más pobres y menos ricos en el mundo.
Piensa, hijo mío:
¿Qué puede inspirar un rico?
Nada bueno. Solo sus propios males: codicia, envidia, odio, competencia.
¿Qué pueden ofrecer? ¿Objetos? ¿Dinero? Eso les sobra, por lo tanto sus dádivas no tienen mérito.
Los pobres, en cambio, cuando dan, dan lo que necesitan. ¡Cuánta virtud! Sólo dar lo que no se tiene puede ser considerado como un gesto de amor. Cuando los ricos dan, dan aquello de lo que previamente se habían apropiado. Es un acto de arrepentimiento inspirado en el sentimiento de culpa o el temor. ¿Merece ser premiada esa mezquindad?
Son ellos los que deben agradecer al mendigo que al recibir sus monedas les alivia la carga.
¡Pobres ricos, que inspiran codicia, ambición, envidia!
¡Afortunados los pobres, que inspiran piedad, amor al prójimo, compasión!
Breves serán tus pecados y todos ellos perdonados hijo mío, si conservas la libertad que trajiste a este mundo.
Si atesoras bienes, ellos hundirán sus raíces en el sitio más cenagoso de tu alma. Hurtarán tu tiempo, absorberán tus pensamientos. Te invadirá el temor a perderlos y el deseo de reproducirlos.
Dios te libre de tanta desgracia. Elije la Justicia, no el poder. La espada en la mano derecha de la imagen de la Justicia representa a la razón, y la balanza que lleva en su mano izquierda a un corazón equilibrado. Sus ojos están cubiertos para que al ejercer sus actos esté mas atenta a lo que dicta su alma que a las tentaciones mundanas. Ahora que lo has logrado, sé que serás ese tipo de Juez que la Patria necesita. Hubo una fiesta en el pueblo cuando supimos de tu nombramiento. Lucha por dar lo mejor a tu familia, como yo traté de hacerlo contigo. No olvides que el estomago de un hombre se sacia con un solo plato, en cambio su curiosidad no se sacia nunca. Escoge bien, por lo tanto, los alimentos que ofrezcas.
Por otro lado, tampoco podría prescindir de mi trabajo. Mis niños son la alegría de cada mañana. Verlos es como volver a ver a mis propios hijos.
Mi trabajo como maestro me da todo lo que necesito material y espiritualmente.
¿Que falta poco para mi jubilación, dices? Por suerte, aún soy fuerte, y tarea no va a faltarme. Y aún así, antes sería necesario que un joven acepte mi puesto, lo cual, por la relación costo-beneficio, será muy difícil . No son muchos los que gustan de atravesar leguas de barro, en el mejor de los casos montado en el Paco que, por cierto, afortunadamente, está muy recuperado.
Todo esto ya lo sabes, pues lo repetí tantas veces. Sin embargo, no significa que no viajaré con gusto para verte. Simplemente quisiera disfrutar de y de tu familia sin discusiones acerca de mi futuro, que ya está decidido.
Te ama en la distancia: Tu padre.
pd: Que tengas un feliz día junto a los tuyos.
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domingo, 12 de junio de 2011

Carta de amor de una mujer abandonada.

Querido Julián:

Me imagino tu asombro al recibir estas líneas. Quisiera haberte escrito antes, pero nunca me animé. Hoy, por fin, reuní fuerzas.
Hay un motivo, una pregunta que me arde como una herida abierta. En las cosas del amor el tiempo no pasa, dice mi psicóloga. Uno, a veces, se queda congelado, como si hubiera puesto el corazón en el freezer..
!Pero yo no quiero pasar el resto de mi vida en la heladera! Y vos tenés la llave, estás en mi cabeza como un tango sin final.
No puedo entender qué hice para que me dejaras. Sin unas líneas, una llamada.
A veces, alguien me dice que te vio, y yo le pregunto si estás acompañado. Dicen que no. Entonces, si no hay otra:
¿ Por qué no volviste? ¿Tan mal te traté? ¿No extrañás mis mates? ¿Por qué me dejaste, mi lindo Julián?!
¡Yo, en cambio, te hecho tanto de menos! Y ni te cuento cuando lo miro a Nico. Cuanto más crece, más se te parece. Está hecho un hombre, y se quiere ir del país por que dice que acá no hay oportunidades. Si es lo mejor para él no puedo oponerme. ¿No te parece? Cambié mucho, y no quiero que me reproche, como vos, por cortarle las alas.
¡Ay Julián! !No sabés cómo sufrí!.
Tomar tantas decisiones sola.
Que si a qué colegio los mandaba, que si los dejaba ir al viaje de egresados, que si la nena se quiere poner de novia, tan joven, pobrecita, después de lo que me pasó a mi.
¡Tuve tanto miedo de equivocarme!. Ya se. Siempre decías que me falta carácter y tenés razón, después me di cuenta.
Al principio, era una sombra, no me quería levantar, sin fuerzas ni para llorar. En cuanto los chicos se iban a la escuela volvía a la cama y me ponía la tele. Buscaba algo triste en las novelas para llorar y aliviarme un poco.
Estaba muy mal. No tenía ni con quien hablar. Vos sabés como es mi familia. Si nunca aceptaron que me casé con vos, menos iban a entender como me puse cuando te fuiste. A la gente le parece fácil. Te dicen “hay que poner voluntad” pero cuando no se puede, no se puede.
Al final, tuve que cambiar. Fue cuando dejaste de mandar la plata de los alimentos y me puse a buscar trabajo. Yo pienso: que a los chicos que no les falte nada. Y no les faltó mientras tuvieron padre, pero después ¿que podía hacer?.
Bueno, me hacía falta hablar con alguien. !Estaba tan sola! Fue la del octavo, la vecina esa que a vos te caía mal la que me ayudó.
Un día me dijo que en la oficina donde trabajaba la hermana hacía falta alguien para limpiar de noche. Y fui. Yo para eso sirvo, siempre te tuve bien la casa. ¿Te acordás, no?
Bueno, acostaba a los chicos y cuando se dormían, le dejaba la llave a la vecina, por las dudas, y me iba a trabajar. A la mañana estaba de vuelta para despertarlos, hacerles el desayuno y llevarlos a la escuela, después hacía las compras, lavaba la ropa y ordenaba la casa. Me acostaba un ratito hasta el mediodía y a las doce y media los iba a buscar. Después de darles de comer los llevaba a la particular, a inglés y al club. Cuando volvíamos, yo cocinaba mientras miraban la tele y tomaban la leche. Los ayudaba con la tarea si hacía falta –porque ahora les dan más deberes que a nosotros, viste- y después me bañaba y me iba otra vez a trabajar.
La del octavo también me dio la idea de comprar un celular por cualquier cosa. Como dicen, no se corta el cordón, se lo alarga. Me costó un poco aprender a usarlo, pero me dio tranquilidad. Con manejar también soy un desastre. ¡Cuanto te costó enseñarme! ¿Te acordás? ¡Cómo te enojabas cuando hacia mal las cosas! Pero al final, te doy las gracias, porque aprendí.
Mucho a la academia no iba, así que saqué el registro por vos. Me compré el auto, pero lo uso poco, porque me da miedo la ruta. Para ir a buscar a los chicos cuando vuelven tarde, eso sí.
Bueno, te sigo contando. ¡Cuántas cosas me pasaron y cuánta falta me hiciste, Julián!
Cuando terminaba de limpiar, ya estaban entrando las chicas de la oficina. A veces, nos quedábamos charlando. ¿Y sabés que ellas me convencieron de terminar el secundario? ¡Ganaban casi el doble que yo y sin doblarse el lomo como una burra!
Me faltaban dos años para terminar el colegio cuando quedé del Nico ¿te acordás? Bueno. Me volví a anotar, en el mismo, pero a la noche.
Fue muy difícil. !Cómo me acordaba de aquellas tardes, cuando me esperabas a la salida!-
Antes de irme dejaba la cena lista y la del octavo les daba de comer. Ya se que ella te parecía una loca ¡Pero no sabés cuánto me ayudó esa mujer!. Fueron años de sacrificio, pero valieron la pena. ¡Si no cómo me iba a recibir ahora de Contadora Pública Nacional!. Porque después segui estudiando, pero -!ojo!- a los chicos nunca les faltó la madre. Pero nos hiciste falta, porque una puede laburar el doble, pero nunca vas a ser padre y madre, me entendés.
Me hizo muy bien hacer tantas cosas. Poco a poco me fui olvidando de vos, aunque, del todo, no lo conseguí nunca.
Julián, también te quiero decir, aunque me de vergüenza, que en este tiempo salí con tres hombres. ¡No sabés lo que es la soledad! Dos eran del trabajo y el de ahora de la facultad. Ya lo conocía del barrio y mirá que me lo encuentro en el CBC. Pero no es nada serio, cama afuera, la nena esta tan linda...que me da miedo convivir . Igual no pide nada.
Vino a casa para las fiestas, es separado y no tuvo hijos, por eso a los míos los quiere como si fuesen suyos. ¡Ay! perdón Julián, quiero decir a los nuestros. No se qué me da contarte, pero tengo que decírtelo todo.
Fuiste mi primer amor y el primer hombre al que me entregué y sos el padre de mis hijos y eso no se cambia, pero te fuiste y aunque siga casada con vos, tengo el derecho de hacer mi vida también ¿no?
Edgardo es muy bueno y me ayudó mucho para comprar este departamento y no pagar más un alquiler, porque lo que gano en la oficina no alcanza para ahorrar. Más que en la limpieza gano, pero los chicos van creciendo y piden y piden y no paran de pedir. Fue un gran alivio su apoyo. No vayas a pensar mal, el dinero me lo prestó como amigo. Se lo voy devolviendo, pero sin presiones, me entendés.
Esta casa es más grande. Los chicos necesitaban su pieza y estamos en mejor barrio y tengo la ilusión de dejar de trabajar y ponerme el estudio contable.
Edgardo estudió a su debido tiempo y ya era profesor en la facultad y gerente de una consultora cuando nos encontramos de nuevo. Me ayudó mucho. Dice que tengo que crecer y no depender de nadie. No le molesta que estudie y lo consulto en todo. Es una gran persona.
Vos lo conocías ¿ Te acordás del gordito con anteojos, que el padre era dueño de las Pompas Fúnebres – se murió el año pasado, pobre- que ustedes lo mandaban a afanar las flores de las coronas para venderlas en el la puerta del cementerio? No te rías, cambió mucho, está muy distinto y me adora. Yo también lo quiero, no como a vos, pero le estoy muy agradecida por su ayuda, y sobre todo porque no me presiona. Gracias a Dios no quiere compromisos y no me pidió nunca matrimonio, porque con él es diferente...
Me volvías loca. !Si no te hubieras ido, me hubiera embarazado todos los años y ahora no estaría por recibirme de Contadora Pública Nacional!.
Mejor ¿no? ¿Te acordás que me tapabas la boca para que no se despertaran mis viejos? ¡Qué increible! ¡Estaba fuera de mi! ¿Y cuando nos mudamos y en un día quisiste estrenar todas las piezas de la casa y en la mitad de la noche me despertaste y me dijiste que faltaba la piecita de la terraza y fuimos? !Cómo no voy a comparar! !Eras tan romántico! ¿Cuándo te dije que no? !Nunca!
Ahora, no me reconocerías. Durante algún tiempo pude disimular. Como no tenemos convivencia -para no desgastar lo nuestro- era fácil, pero al final se dió cuenta de que no disfruto.
Me pidió que vaya a una psicóloga y estoy yendo. Hablar me hace bien, me ayuda con mis inseguridades. ¡Tengo un problema con la autoestima!.
Y bueno, al final, agarré confianza. Le dije la verdad, que la intimidad me cuesta, que él es muy bueno, que la culpa es mía, porque me acuerdo de vos.

Me mandó que te escriba una carta de despedida. Yo nunca hice la separación internamente, y si no termino un duelo, no voy a lograr nuevos encuentros. No solamente con él, con cualquiera ¿no? Con los otros dos era igual. Al principio me gustaban, pero después, siempre lo mismo. Y también eran personas excelentes.
¡Tiene razón! En el fondo de mi corazón me pongo a comparar y sos el único, no pude olvidarte, sigo esperando tu voz en el teléfono, cuando paso cerca de donde vivía tu mamá algo me golpea adentro como si me fuera a encontrar con vos.
Y aunque el frigorífico cerró hace años, creo que vas a llegar, cansado como un animal, hambriento y con ganas de hacerme el amor.
Vos me conocías bien y sabías despertarme. Ahora, siempre estoy cansada, aunque sea domingo. Nunca me volví a reír igual. Eras tan seguro. Me acuerdo cuando fuiste a pedirle a mi viejo la plata para el camión y le dijiste que te ibas a casar conmigo por mí y no por el embarazo.
¡Ay Julián! ¡Me sentí tan bien! Y más cuando lo trompeaste a mi hermano por decirte -“Chanta manguero y degenerado mirá lo que le hiciste a mi hermana”, y vos le contestaste - “Materialista, no entendés que a tu hermana la quiero para ser mi esposa“.
¡Pobrecito!¡ Si la culpa de todo era mía! Me acuerdo como te anduve atrás hasta que me diste bolilla. –“Mirame, mirame, mirame-“ decía y pasaba y pasaba por la esquina de tu casa.
¿¡Cuanto tiempo no!? Parece mentira. Pensar que ahora los chicos tienen casi nuestra edad de entonces.
Dicen que no cambié mucho. Sigo flaca ¿ Te acordás como me cargabas diciendo que entre vos y yo faltaba algo? Bueno, no falta más. No se si sabés, pero me hice las lolas. Igual a la oficina no puedo ir muy escotada y no uso minifalda -¿te acordás de mis piernas?-porque no queda bien. Ahora, como tengo personal a cargo me visto más clásica, bleizer y pollera o pantalón de vestir, camisita de seda o una remerita discreta en verano.
Eso si, el pelo, por mucho que me lo hayan dicho todos, no me lo corté nunca. Me lo levanto y me hago un rodete, pero siempre largo, como te gustaba. ¿Te acordas? Decías que si me cortaba el pelo, me dejabas. ¡Si me ves ahora te volvés loco de los celos!. Los tipos todavía se dan vuelta en la calle para decirme cosas. !Como te enojabas y me hacías cambiar! ¡Te odiaba! Todas mis amigas se vestían como querían y yo siempre con miedo.
Y nunca miré a nadie. Te quería demasiado, soportaba cualquier cosa para no perderte.
Pero empezaste a cambiar. Te buscaba y no querías.
Me contestabas: -¡No entendés como cansa manejar!
Y sí, empecé a entender y no sé como pude bancarte tantas.
Pero no te lo reprocho. Fue mi decisión. Nadie me obligaba. Fui una boluda. Pasó tanto tiempo que ya no vale la pena hacerse mala sangre.
Ahora, solamente quiero entenderme a mí misma.
Porque tu ausencia es un interrogante, mi lindo Julián. Te hice caso en todo, era buena, y consecuente y sabés que te he querido. Trabajaba como una burra para desmancharte el overoll. ¡Y ni el lavarropas me querías comprar!. Te preparaba tus comidas favoritas, limpiaba la casa y hasta servía por horas cuando no me dabas la plata para el alquiler. No paraba en todo el día. Desde cuidar los chicos hasta lavarle el culo a tu vieja cuando tus hermanas no hacían nada y se aprovechaban diciendo que a ellas ver en ese estado a la mamita les hacía mucho daño. Daññño, marcando la ñ, porque como eran maestras bien que te miraban de arriba. ¡Turras! ¡¿Y mi familia no te caía bien?! ¡No querías que me abrieran los ojos!
Fiel, como una desgraciada. ¡Y no me faltaban oportunidades! Qué boluda. Aunque no me dieras un mango para vestirme, estaba mucho mejor que la colorada esa de mierda con la que andabas, y eso te lo puede decir cualquiera.
Quisiera entender por qué, después de todas las que me hiciste, me cuesta tanto olvidarme de vos. Decime por qué no me vuelvo a enamorar.
¡Si estaba divina! ¡Si cogía como una diosa!
Pero no, siempre esperándote, como una boluda.
Que te dieras cuenta, que comprendieras. Después, que cambiaras. Después, a que volvieras. Esperé, esperé y esperé. Perdí los mejores años de mi vida deseando que me pidieras perdón. Esperando y esperando.
¡Hasta que me dejaste! ¡Qué pedazo de boluda!

Ahora quiero entender. Necesito encontrar una respuesta a la pregunta que me machaca hace años en la cabeza:

¿Por qué te aguanté hasta que te fuiste y no te dejé yo antes?

.
Eso. Y no te molestes, no espero tu respuesta, estoy haciendo terapia y la voy a encontrar solita. Yo puedo.
Sin otro particular, me despido de vos para siempre.
Sofía

PD Tiene razón mi psicóloga, me hizo bien escribirte.

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domingo, 5 de junio de 2011

El examen

Querida hija:
Te acaban de bochar en un examen. Uno difícil, de los últimos de la carrera que tanto amás y que ahora querés abandonar. Te miro y no tengo palabras para darte consuelo. Mastico la bronca, más bien. Te vi cuidando de tu hijo con los libros junto a la cuna o sobre la mesa de la cocina. Te vi correr tras el dinero para pagar el alquiler, pero con los libros bajo el brazo. Te vi cargando la bolsa donde se mezclan el jabón en polvo con las fotocopias, el arroz, el detergente. Me preocupé por tus noches en vela, por tus almuerzos escasos, por tus prisas permanentes. Te vi llorar cuando aquel corte de luz consiguió apartarte por un rato de los textos. Te vi quedarte dormida sobre esos textos. Y también escuché como muchos criticaban tu esfuerzo ¿Para qué tanto? ¿Por qué no conformarte con lo que ya tenés? Y te vi dudar, pero seguir adelante Te vi agotada, pero seguiste adelante.
Hoy, cuando me lo contaste, vaya a saber que cara puse, porque si, estoy enojada. A todas las madres -y a algunos padres también- alguna vez nos duele la vida de nuestros hijos. Nos duele no haberles dejado un mundo un poquito mejor. Un mundo donde no se obtuviera tan magra recompensa para tanto sacrificio. Como a cualquier mamá me hubiera gustado ocultarte la cara oscura de la luna y algunas veces hasta mi propia cara. Me hubiera gustado un mundo más solidario, más bueno. ¿Y por qué no, más eficiente?
Un mundo donde nos cuidáramos los unos a los otros. !Pero no los unos de los otros! Hijita, este no es ese sitio justo todavía. No se estudia para saber. La palabra saber viene de sabor, y a nadie parece importarle demasiado el sabor de su propia vida, sino cómo controlar al prójimo. Esa es una gran tentación cuando se tiene poder.
Me pregunto por qué tu profesora no pudo darse cuenta de cuánto sabés, si su trabajo es, justamente, averiguarlo.
Tampoco sé cómo se sintió al aplazarte, porque no soy profesora, y no lo soy por eso. Me daría demasiada vergüenza decirle a alguien que no sabe, suponiendo que yo sí se. Sería como comer delante de un hambriento. Sentiría que he fracasado en la tarea más sagrada, que es la transmisión del conocimiento. Ese conocimiento que no es mío ni de nadie, porque nadie sabe nada solo, nadie hace nada solo, todos aprendemos solamente con otro. Y cuando yo no puedo ser ese otro para quien elije aprender de mí, siento que he fracasado.
Querida hija, no te preocupes, nadie puede impedir nada a nadie por mucho tiempo. ¿Sabés que nuestro cerebro no acepta la palabra “no”? Solamente existe el “si”.
Todo “no” es condicional. Todo “no” es “no todavía”. ¡No podemos aceptar “no” comer, por ejemplo, o “no” dormir, o “no” hacer. Todo “no” es sólo una condición para hacerlo de otra manera. Por eso, esa profesora, te lo aseguro, no puede aplazarte para siempre, solamente condicionar tu camino. Ese camino al final del cual vos vas a ser profesora. Pero no una profesora como ella, porque ella hoy te dio una gran lección, aunque sea dolorosa: Te enseñó como no ser. De eso, hija, estoy segura.
Te quiero mucho. !Fuerza! !Vamos! Este no es un destino final, sino otra vuelta del camino. Vas a recibir tu título de profesora, y para que estrenes ese día, te voy a regalar el vestido más lindo del mundo. Te lo prometo. Mamá.

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