martes, 24 de agosto de 2021

Carta abierta a Dios

Querido Señor Dios: 

                              . 

                             Estoy seguro, debido a tu prodigiosa memoria, de no necesitar recordarte los términos del contrato firmado oportunamente con motivo de asumir la tarea a la que me dedico aquí en la Tierra desde hace tanto tiempo. Estoy a gusto y lo hago exitosamente. Abundan tanto los materiales como las ocasiones para hacer mi trabajo. 

                             Sin embargo, me permito enviarte estas líneas por motivos que a continuación te explicaré y seguramente comprenderás

                             Constantemente ingresan al taller corazones rotos, conciencias sucias, memorias empañadas, arrepentidos sin culpas y culpables sin arrepentimiento. Trabajo con gran satisfacción pues a pesar de las dificultades las almas cambian que a veces me cuesta reconocerlas después de atravesar el proceso de introspección transformadora. Sin embargo, Señor, hay una dificultad que va en aumento, y cuando reviso el trabajo pendiente me atrapa la desesperación. 

                           Cuando las almas llegan, cargadas sus espaldas bajo el peso del sufrimiento, no dudan en aceptar el trato que les ofrezco:  después de curar, brindarán por un tiempo su ayuda a los que todavía padecen. Sin embargo, cuando logran el tan anhelado bienestar, lo olvidan o bien encuentran cantidad de excusas para posponer el cumplimiento de sus promesas. Y no creas Señor que lo reprocho, pues se trata algo bien comprensible: Como es sabido, ver el dolor ajeno evoca recuerdos que prefierimos olvidar. 

                            Pero el hecho es, Señor, que estoy solo con unos pocos ayudantes ante una demanda en permanente aumento. Es el motivo de esta carta: pedirte que apures los contratos de nuevos colaboradores. !Los necesitamos tanto!

                           Si, además, tienes por allí algo de fuerza, enviala también, para que la esperanza no falte y la fe no flaquee. 

                           Sin mas, y quedando a la espera de tu repuesta, te saluda atentamente: 

                                                                                              El Angel Obrero.  


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