sábado, 28 de mayo de 2011

El Secreto

Amor mío:

Según tus palabras, es mejor no guardar secretos y estoy de acuerdo. Me pedís que te cuente todo y realmente quiero hacerlo. Por eso voy a decirte qué pasa cada noche cuando no estás.
Por lo general, ceno y me acuesto temprano. Como sabés, pertenezco al grupo de las alondras. Como siempre, leo algo o miro la tele. Después, apago la luz y espero. Al rato, la llave gira en la cerradura de la puerta de mi cuarto y, si ya estaba dormida, me despierto. Después, escucho los pasos firmes y decididos que atraviesan la sombra y el silencio y llegan hasta la orilla de mis sábanas. Allí se detienen.
Siento como cae, pesadamente, un abrigo sobre la silla y enseguida percibo el roce de la seda al aflojarse el nudo de la corbata. Espero en la oscuridad adivinando como se desabrocha, parsimoniosamente, cada botón. Enseguida, el torso masculino, ya desnudo, está muy cerca. Lo sé, porque el olor de su perfume llegó antes. Después, una mano ansiosa busca mi pelo. Escondo mi rostro en su palma. Con la otra, dibuja mi cuello, mis hombros, mis pechos. Al fin, aferran con firmeza mi cintura. Siento su cercanía y su respiración agitada. En ese momento, yo también me estremezco. Desliza su lengua, abriendo expectativas en mi piel y soy territorio desconocido, su lecho.
El me descubre mordiendo, chupando, lamiendo. En busca de quien sabe qué cosas ocultas, avanza.
Yo me transformo, fluyo y me diluyo, pero enseguida renazco toda nueva entre sus brazos. Cierro los ojos, guardo su imagen y ahora si, al fin, me duermo.

Ya lo sabes. No te oculto más nada. Así, cada noche, cuando la luz de la luna moja tu recuerdo, vuelvo a inventarte para hacer el amor con tu fantasma.
Tuya como siempre: Alba

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sábado, 21 de mayo de 2011

Carta abierta a las mujeres Talibanas


"Es necesario haber sido feliz para saber qué es la felicidad"

Abundan en la prensa los artículos donde se compara a las mujeres musulmanas con las occidentales. No es extraño, pues gracias a la antropología sabemos que toda guerra es una guerra por las mujeres, y parece que también somos un elemento importante en el actual conflicto de Oriente Medio. Pero con un matiz: Desde Occidente (el Occidente global) nos quieren vender guerra apelando al lugar que ocupan las mujeres, como justificación (entre otras) del genocidio que se está perpetrando. Se compara sus condiciones de vida con nuestra libertad para vestir, trabajar, estudiar, divorciarnos.
Y esta situación me hace recordar otra: la guerra fría, cuando se intentaba seducir a los comunistas (los talibanes de entonces) prometiendo las maravillas del capitalismo. ¡Pobres! Les dio tanto trabajo tirar el muro para terminar viendo Gran Hermano en colores ¿Qué pensarán, ahora? La inflación, el desempleo, la maffia y los jeans. Qué paradoja: ¿sabías que las hamburguesas son un invento ruso?).
Como mujer que trabaja con y para mujeres, me siento moralmente obligada a alertar a nuestras colegas del otro lado del mundo.

¡Chicas! si esperan recorrer el camino a la posmodernidad confiando en nosotras, mujeres modernas, como modelo de vida: ¡Escuchen antes, que después no hay reclamo!

Después de muchos millones de años de sojuzgamiento como el que todavía sufren ustedes, un día, empezamos a recorrer lentamente el camino hacia lo que se ha dado en llamar la liberación femenina. Con las esperanzas depositadas en nuestras hijas más que en nosotras, para no verlas sufrir nuestro mismo karma, las mandamos a estudiar. Fue un tránsito realizado sólo entre mujeres, nadie nos hizo upa.
Al principio nos copiamos de padres, esposos e hijos y nos pusimos los pantalones largos (los cortos siempre los habíamos llevado abajo de la falda, así como ustedes se pintan y usan minifalda bajo el shadór)
Aprendimos sus tareas, y aprendimos a seducirlos para que nos dejaran hacerlas. Fuimos, y somos, sus ayudantes y auxiliares, secretarias y electoras. La democracia se usa para elegirlos, muy pocas de nosotras nos dedicamos a la política, y no es que no nos guste, pero casi todas las reuniones se hacen de noche ¿y quién se queda con los chicos, quién prepara la cena?.
¡Ojo!
Acá también, todavía mandan solamente unos pocos. (Mientras, los otros se hacen mala sangre porque no mandan).
¡Chicas! Tal vez les estén llegando algunos cantos de sirena, así que tenemos el deber de avisarles:
Seguramente les habrán dicho que somos libres de usar lápiz de labios y otros maquillajes. Pues bien, voy a desilusionarlas. No lo somos, nosotras estamos obligadas a hacerlo. La que no se vea bonita, simpática y seductora (lo que acá se llama “ser femenina”) muy difícilmente será elegida para formar una familia o aunque sea para...ya saben qué.
Claro que nos ha llegado la terrible noticia de que allá les recortan el clítoris ¡Qué espanto! A nosotras, por suerte, no. Antiguamente le pasaba a las que eran muy exaltadas, es decir, calentonas, histéricas, gritonas o...¡locas, bah!
Ahora, afortunadamente, tenemos el psiconálisis en nuestras vidas y esas cosas ya no pasan.
Sexualmente, se nos permite hacer prácticamente de todo, eso sí, si mantenemos un aspecto juvenil y lozano. De lo contrario, a nosotras también nos cortan y recortan todo lo que cuelga. El clítoris no, pero si las tetas, la papada, los glúteos, y cualquier otra parte del cuerpo que no cumpla el estandar marcado por nuestra cultura, es decir, una bombachita talle 36 y un corpiño talle 110.
Después de tanto sacrificio, a uno lo que se le cortan son las ganas. Eso está muy mal visto. Hay que llegar siempre a un buen orgasmo para no frustrar a nuestra pareja que tanto se esfuerza por darnos placer.
Pero mejor hablemos de otra cosa.
Por ejemplo, les cuento de la libertad de trabajar. Pasa igual que con el maquillaje y la ropa, no solo podemos: debemos.
Con esto de la monogamia, cada una se ocupa de un hombre, sus hijos, (los que tuvo con una o con la otra) la casa, la cocina, la limpieza y de conseguir plata para mantener todo eso. ¡¿Que?! No, la plata que ganamos no es para nosotras, es para la casa. ¡Si con la, lo que él trae no alcanza!
Solas, porque cuando estás casada es difícil que te juntes con otra ni para protestar. A la mayoría de los maridos no les gusta que nos frecuentemos demasiado entre las amigas (igual no tenemos mucho tiempo, y los teléfonos globalizados son carísimos). Por eso les advierto: lo de la monogamia piénsenselo muy bien. Es mucho laburo encargarse de una casa y a lo mejor entre varias puede ser más fácil y entretenido. Claro, si te llevás bien ¿no? ¿Ustedes como hacen?
Volvamos a nuestra historia de mujeres liberadas. En una de las últimas guerras nos mandaron a las fábricas, porque nos necesitaron para ayudar con las balas mientras ellos estaba en el frente. !Sos una tarada, pero cuando te necesitan te llaman!
La guerra es terrible ¡Qué les voy a contar que no sepan! Muchos soldados no volvieron, y las viudas, pobrecitas, tuvieron que seguir trabajando para mantener a los huérfanos. Otras no dejaron de hacerlo porque les gustaba.
Después de todo, emplearse es muy sacrificado, pero al menos se sale y se conoce gente. Cuidás a tu marido en tu casa y a tu jefe en el trabajo, y variás un poco. Ellos chochos, porque tienen una mujer en el hogar y otra en la oficina. Si, puede ser un poco parecido a la poligamia, pensándolo bien.
Me dijeron que el Corán permite hasta cinco esposas siempre y cuando el marido las pueda mantener a todas. Bueno, queridas mías, si es por eso, acá, a la mayoría, no les da ni para ser monógamos.
Así que muchas vivimos sin hombre, aunque no nos guste. Los tipos son tremendos, pero cualquiera de nosotras se muere por tener uno. Si sos linda, un poco viva y no te importa que te digan lo que tenés que hacer, entonces podés conseguir que te mantengan, y te pongan una casa (para que se la cuides). Pero si pudiste estudiar, y ganás tu propia platita, la casita la ponen entre los dos.
Eso sí, se discreta, porque si se nota mucho tu independencia él se puede sentir menoscabado. Y acá, con lo que te manejan es con el silencio y las caras largas. O sea que, a veces, el shador vendría bien para ponérselo a ellos.
Pero sigo. Si no tuviste suerte y no sos ni mona ni estudiosa ni rica heredera, te tenés que emplear en casa de otra, donde es todo igual, pero el tipo de ahí a vos no te c...y si te c.. no tiene que enterarse la mujer. Está muy mal visto que la empleada y la patrona usen lo mismo. Algunas se quejan de esos trabajos por que si no te dejás te hecha el marido, y si te dejás, te hecha la mujer.
Hay que reconocer que somos celosas. No se para qué la exclusividad, pero es así.
¡Con el trabajo que da! ¡Nunca alcanza nada! Al final no sabés qué hacer. Si trabajás y dejás a los chicos con extraños, sos la culpable de la ruina del hogar y la decadencia de Occidente. Si no trabajás, sos una cómoda que lo carga a él con todo el peso de la responsabilidad. Si no querés un embarazo, sos una asesina, si los querés todos, sos culpable del desequilibrio demográfico y el hambre en el mundo. Si no estudiaste, no podés opinar sobre lo que él dice, si estudiaste, sos una pedante que se las sabe todas.
Si ganás plata, tratá de que no sea más que tu marido, para que tu sueldo no lo humille.
Si no ganás, no le pidas que se esfuerce y arreglate con lo que venga, podría sentirse presionado. Si no tenés ganas de hacerlo cuando él quiere, sos una frígida, y si querés cuando no quiere él, una....... Si se queda sin trabajo no te preocupes, porque lo podrías deprimir con tu ansiedad, y si trabaja tanto que no lo ves nunca, ni se lo menciones, porque serías una demandante que no lo deja tranquilo. Se explicarán por qué luchamos tanto hasta conseguir el divorcio.
Igual, no es ninguna maravilla. Si vos lo pedís, te castiga con la plata de los alimentos. Si te dejó él, puede olvidarse hasta de que los chicos comen y consiguirse otra a la que mantenga el ex-marido. A su vez, una puede conseguirse otro marido para mantenerlo, porque él mantiene a los hijos que tiene con su ex-mujer ( yo tampoco entiendo como es, pero es así)
Al final, muchas vivimos solas porque les agarramos miedo a los hombres. O porque ellos nos tienen miedo a nosotras, no se.
¡Pero a no desesperar! Hay opciones. Se puede tener uno o varios novios (mejor varios, por si alguno se borra).
Te lleva a pasear, duerme con vos, pero no en tu casa (se llama cama afuera). Ahora estamos probando este estilo. Mientras no te pongas sentimental, anda bien.
Pero eso si, chicas, lo que tiene de bueno la liberación es que nosotras vamos a donde queremos. Ah, que ustedes también porque abajo del shador no las conoce nadie...
Bueno, como se suele decir...quien avisa no es traidor, y los hombres, turbante más o menos, ¡Son todos iguales!...
Sepan la verdad de lo que pasa acá, para que no les vendan espejitos de colores...¿no?.
La liberación no la esperen de la O.T.A.N., mejor se la hacen ustedes mismas, que en este mundo nadie regala nada.
Antes de terminar hay un tema muy importante: nosotras estamos en contra de la guerra, que de todas las cosas que nos hacen los hombres es la única que no se la vamos a perdonar nunca.
Otra advertencia: Si es mejor no creerse lo de la independencia femenina, lo de la prensa independiente te lo tenés que creer menos todavía.
Por eso, nosotras preferimos preguntárselo directamente.
Si tienen algún ratito libre, escriban.
Qué piensan de la guerra, de cómo se matan y te arruinan el trabajo de criarlos toda una vida. No importa el color, ni las ideas, ni la religión. Se me parte el alma, porque, de lo que estoy segurísima, es de que cada soldado tiene una madre .
Bueno, che, no se olviden de escribir. De eso y de cómo se las arreglan con lo demás ¿no? Esto de ser mujer no es nada fácil en ningún lado. Me parece.

Una mujer occidental
(posmoderna y liberada)

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domingo, 15 de mayo de 2011

Secreto de Familia

Mi querida muchachita:

Preguntas y preguntas y siempre dices que no respondo como quisieras. Seguramente tienes razón y como, además, tienes todo el derecho de saber voy a contarte una historia. Ya tienes edad para comprenderla.
A mí me la contó una vieja mujer, hace mucho, mucho tiempo. A ella se la había contado su abuela y a esta la suya, que había olvidado quién se la contó.
Escucha y recuérdala siempre, porque muchas respuestas que buscas están allí:

Cuando Dios construyó la primera versión del mundo, creó unos ángeles hermosísimos y sobre sus espaldas sujetó unas enormes y maravillosas alas……invisibles.
El juego consistía en descubrirlas, pero ellos, al no verlas, no creían y por este motivo, simplemente, no las usaban.
Si un ángel pierde su posibilidad de volar, se condena, pero aún así, los pobres no consiguieron confiar lo suficiente.
Tanto temían precipitarse en el vacío que permanecieron siempre a ras del suelo. Y como arriesgaban poco, vivían aburridos. Su vidas eran muy monótonas, rara vez se los escuchaba reír.
Poco a poco, se fueron convirtiendo en unos seres tristes y desconfiados. Ellos, simplemente, no lo intentaban.
Si por casualidad alguno realizaba el hallazgo y conseguía elevarse, los demás hacían todo lo posible para mostrarle su error. En consecuencia, en ese mundo, nadie hacía lo que quería. Siempre estaban muy atareados recordándose, unos a otros, los beneficios de permanecer con los pies cerca del piso.
Hasta que un día, Dios, contemplando tan afanosa desesperanza, comprendió su equivocación. Como además, por suerte, nunca se siente derrotado, pensó y pensó y decidió como compensarlos.
Comenzó construyendo un hogar nuevo para ellos. Un increíble planeta azul apareció en el firmamento. El sitio más bello que pudiera imaginar la mente divina. Una casa nueva para esos ángeles que no consiguen descubrir sus propias capacidades. Un lugar donde no hacen falta alas, porque la sola belleza de sus paisajes alcanza para elevar el alma.

Pero como todavía no se sentía satisfecho, también creó nuevos ángeles. Esta vez, con hermosas y muy visibles alas. Ellos tienen la misión de cuidar de los otros, los ángeles de alas invisibles, haciéndoles perder, con su ejemplo, el miedo a volar.
Muy pocas veces consiguen su objetivo. Los ángeles que no vuelan tampoco levantan mucho sus cabezas. Siempre están mirando hacia abajo, temerosos de tropezar y caer.
Sin embargo, aquellas mujeres que lo sabían todo acerca del pasado el presente y el futuro, me aseguraron que pronto van a completar su misión. Los ángeles con alas invisibles se elevarán junto a los otros ángeles, y el cielo se cubrirá de alas.
Entonces, todo será tal como Dios, hace mucho, lo imaginó para nosotros.

Querida niña, espero que en esta y otras historias de los viejos tiempos encuentres las respuestas que se necesitan a tu edad. No confíes en los que te recomienden volar bajo o no creer en cuentos de hadas. Ellos retrasan el éxito de la misión al no permitir el uso de sus propias alas.
Sé que tú ya te estás ejercitando, por eso, recuerda mis palabras y sin ningún temor… !Vuela, muchacha!

Te quiere mucho:
La abuela

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sábado, 7 de mayo de 2011

Carta abierta a los responsables del miedo

A Quien corresponda:

En todas las familias se transmiten historias que tienen a los más chicos como protagonistas.
El abuelo Roberto era un alemán de mal carácter y se lo mostraba a todo el mundo. Sin embargo, nietos y vecinitos adorábamos al viejo.
Con su torno de relojero hacía preciosas miniaturas para regalarnos. Además, en el terreno del fondo de la casa, alguien, muchos años atrás, había plantado árboles frutales y era una delicia jugar a las escondidas o a la mancha entre el perfume de los azahares.
Otro viejo, un compatriota, disfrutaba de la hospitalidad del abuelo mientras se hacían mutua compañía. Don Roth, como se llamaba, contaba historias de una guerra lejana y cruel. Cómo había salvado su vida cuando se arrastró lejos de una montaña de cadáveres a punto de ser incinerados. Lo habían creído muerto, pero el olor del fuego consiguió despertarlo, aunque sus pulmones quedaron dañados definitivamente. Sólo mucho después yo asociaría aquella historia terrible con los nazis y las cámaras de gas.
Los médicos le recomendaron aire puro y, así, fue a dar con sus huesos a una lejana provincia de la Argentina. Recuerdo su figura deambulando entre los naranjales, enfundado en el largo sobretodo negro fuera invierno o verano. El aspecto no era lo mejor del pobre hombre.
En la casa de al lado, vivía una familia criolla. Estercita, una nena adorable, era la preferida del abuelo. Pero sentía pánico desde la llegada del sobreviviente. Se negaba a visitar la casa. Curiosa, espiaba, ocultándose entre el ligustro de la medianera.
Ahí estaba cuando el abuelo la descubrió y la invitó a comer fruta. La nena se negó, diciendo que tenía miedo, pero él, pícaro, inventó una mentira:
- No te preocupes, Estercita- le dijo- vení tranquila, yo ya lo maté.
La nena, crédula en su inocencia, aceptó la propuesta. Estaba muy entretenida juntando naranjas, cuando, de pronto, desde atrás de un árbol, apareció el supuesto "muerto" dándole un susto terrible. Sin embargo, más pudo su indignación e increpó valientemente al abuelo:
-!Roberto! !Mirá! !No lo mataste bien! Te voy a enseñar cómo tenés que hacer. Y exclamaba:- !Pisalo así, asi, así!! Al tiempo que daba pataditas en el suelo como ejemplo.

Vaya a saber por qué, en estos días la vieja anécdota da vueltas en mi memoria.
Por ahí andan algunos, diciendo que el demonio resucitó, pero los “buenos” lo mataron antes de que nadie lo pudiera ver y lo hundieron en el mar.
Entonces me dieron ganas de preguntarle a quien crea ser responsable del acontecimiento:
-¿Lo mataste bien muerto? ¿Estas seguro? ¿Lo pisaste bien pisado para que no se vuelva a levantar?
No sea que después reaparezca sobre las olas como Don Roth o el monstruo del lago Ness.
O que nos hayan tomado el pelo, como el abuelo a Estercita.

Los monstruos resucitan con siniestra perseverancia. En una época, contaban a sus víctimas tatuando un número en su piel. Yo lo vi.
Y los creímos vencidos, pero volvieron a la carga con métodos cada vez más sofisticados. En algunos sitios arrojaban bombas y destruyeron ciudades enteras. En otros, los damnificados simplemente desaparecían. Ni vivos, ni muertos. También lo vi.
Pero los monstruos fueron derrotados nuevamente.
¿Hasta cuando? ¿Por qué vuelven, como si fuese inútil matarlos? Habitan nuestras pesadillas. Están hasta cuando soñamos despiertos. Comen nuestro alimento. Usan nuestras almohadas. Conocen nuestros secretos.

!Pobre señor Roth! !Destino de miedo su vida!.
Sobrevivió a un holocausto, pero lo siguieron. Escondidos en los rincones de las valijas, abordaron el barco que lo trajo a América. Aferrados a los bolsillos rotos de los pasajeros de la tercera clase o a las tiaras de las bailarinas, en primera, los monstruos pasaban desapercibidos. Sumergidos por debajo de la línea de flotación llegaron a puerto y descendieron antes que nadie para recibir a los que iban llegando.
Por eso Don Roth disimuló su origen y, después, disfrazó su nombre. En la Patria Nueva también encontró monstruos y aprendió a morir un poco cada día para no asustar a los niños.

Nuestros hijos, cuando tienen miedo, piden que dejemos la luz encendida para ver. Porque la ignorancia es la única planta que crece en la oscuridad y los monstruos se alimentan de ella.
Los adultos, en cambio, apagamos la luz. Elegimos no ver.
Proclamamos una vida libre de culpas y pecado, pero denigrando tanto al diferente como al semejante. Si viste raro, tiene otro color de piel, habla otro idioma, nació lejos, profesa ideas distintas, no tiene pene o lo usa de otra manera.

Los monstruos son voraces, nunca satisfacen su apetito, siempre quieren más y más. El único método posible es desconectarlos, quitarles la energía. Como un juguete sin pilas o una marioneta sin hilos, caerán cuando dejemos de engordarlos con nuestro miedo y nuestro odio. De lo contrario, podemos huir, conjurarlos, someterlos a ritos o saltarles encima: volverán, inexorables, para reir de sus auspiciantes.
Atte, s.s.s.: Dr. Frank Enstein

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