domingo, 12 de junio de 2011

Carta de amor de una mujer abandonada.

Querido Julián:

Me imagino tu asombro al recibir estas líneas. Quisiera haberte escrito antes, pero nunca me animé. Hoy, por fin, reuní fuerzas.
Hay un motivo, una pregunta que me arde como una herida abierta. En las cosas del amor el tiempo no pasa, dice mi psicóloga. Uno, a veces, se queda congelado, como si hubiera puesto el corazón en el freezer..
!Pero yo no quiero pasar el resto de mi vida en la heladera! Y vos tenés la llave, estás en mi cabeza como un tango sin final.
No puedo entender qué hice para que me dejaras. Sin unas líneas, una llamada.
A veces, alguien me dice que te vio, y yo le pregunto si estás acompañado. Dicen que no. Entonces, si no hay otra:
¿ Por qué no volviste? ¿Tan mal te traté? ¿No extrañás mis mates? ¿Por qué me dejaste, mi lindo Julián?!
¡Yo, en cambio, te hecho tanto de menos! Y ni te cuento cuando lo miro a Nico. Cuanto más crece, más se te parece. Está hecho un hombre, y se quiere ir del país por que dice que acá no hay oportunidades. Si es lo mejor para él no puedo oponerme. ¿No te parece? Cambié mucho, y no quiero que me reproche, como vos, por cortarle las alas.
¡Ay Julián! !No sabés cómo sufrí!.
Tomar tantas decisiones sola.
Que si a qué colegio los mandaba, que si los dejaba ir al viaje de egresados, que si la nena se quiere poner de novia, tan joven, pobrecita, después de lo que me pasó a mi.
¡Tuve tanto miedo de equivocarme!. Ya se. Siempre decías que me falta carácter y tenés razón, después me di cuenta.
Al principio, era una sombra, no me quería levantar, sin fuerzas ni para llorar. En cuanto los chicos se iban a la escuela volvía a la cama y me ponía la tele. Buscaba algo triste en las novelas para llorar y aliviarme un poco.
Estaba muy mal. No tenía ni con quien hablar. Vos sabés como es mi familia. Si nunca aceptaron que me casé con vos, menos iban a entender como me puse cuando te fuiste. A la gente le parece fácil. Te dicen “hay que poner voluntad” pero cuando no se puede, no se puede.
Al final, tuve que cambiar. Fue cuando dejaste de mandar la plata de los alimentos y me puse a buscar trabajo. Yo pienso: que a los chicos que no les falte nada. Y no les faltó mientras tuvieron padre, pero después ¿que podía hacer?.
Bueno, me hacía falta hablar con alguien. !Estaba tan sola! Fue la del octavo, la vecina esa que a vos te caía mal la que me ayudó.
Un día me dijo que en la oficina donde trabajaba la hermana hacía falta alguien para limpiar de noche. Y fui. Yo para eso sirvo, siempre te tuve bien la casa. ¿Te acordás, no?
Bueno, acostaba a los chicos y cuando se dormían, le dejaba la llave a la vecina, por las dudas, y me iba a trabajar. A la mañana estaba de vuelta para despertarlos, hacerles el desayuno y llevarlos a la escuela, después hacía las compras, lavaba la ropa y ordenaba la casa. Me acostaba un ratito hasta el mediodía y a las doce y media los iba a buscar. Después de darles de comer los llevaba a la particular, a inglés y al club. Cuando volvíamos, yo cocinaba mientras miraban la tele y tomaban la leche. Los ayudaba con la tarea si hacía falta –porque ahora les dan más deberes que a nosotros, viste- y después me bañaba y me iba otra vez a trabajar.
La del octavo también me dio la idea de comprar un celular por cualquier cosa. Como dicen, no se corta el cordón, se lo alarga. Me costó un poco aprender a usarlo, pero me dio tranquilidad. Con manejar también soy un desastre. ¡Cuanto te costó enseñarme! ¿Te acordás? ¡Cómo te enojabas cuando hacia mal las cosas! Pero al final, te doy las gracias, porque aprendí.
Mucho a la academia no iba, así que saqué el registro por vos. Me compré el auto, pero lo uso poco, porque me da miedo la ruta. Para ir a buscar a los chicos cuando vuelven tarde, eso sí.
Bueno, te sigo contando. ¡Cuántas cosas me pasaron y cuánta falta me hiciste, Julián!
Cuando terminaba de limpiar, ya estaban entrando las chicas de la oficina. A veces, nos quedábamos charlando. ¿Y sabés que ellas me convencieron de terminar el secundario? ¡Ganaban casi el doble que yo y sin doblarse el lomo como una burra!
Me faltaban dos años para terminar el colegio cuando quedé del Nico ¿te acordás? Bueno. Me volví a anotar, en el mismo, pero a la noche.
Fue muy difícil. !Cómo me acordaba de aquellas tardes, cuando me esperabas a la salida!-
Antes de irme dejaba la cena lista y la del octavo les daba de comer. Ya se que ella te parecía una loca ¡Pero no sabés cuánto me ayudó esa mujer!. Fueron años de sacrificio, pero valieron la pena. ¡Si no cómo me iba a recibir ahora de Contadora Pública Nacional!. Porque después segui estudiando, pero -!ojo!- a los chicos nunca les faltó la madre. Pero nos hiciste falta, porque una puede laburar el doble, pero nunca vas a ser padre y madre, me entendés.
Me hizo muy bien hacer tantas cosas. Poco a poco me fui olvidando de vos, aunque, del todo, no lo conseguí nunca.
Julián, también te quiero decir, aunque me de vergüenza, que en este tiempo salí con tres hombres. ¡No sabés lo que es la soledad! Dos eran del trabajo y el de ahora de la facultad. Ya lo conocía del barrio y mirá que me lo encuentro en el CBC. Pero no es nada serio, cama afuera, la nena esta tan linda...que me da miedo convivir . Igual no pide nada.
Vino a casa para las fiestas, es separado y no tuvo hijos, por eso a los míos los quiere como si fuesen suyos. ¡Ay! perdón Julián, quiero decir a los nuestros. No se qué me da contarte, pero tengo que decírtelo todo.
Fuiste mi primer amor y el primer hombre al que me entregué y sos el padre de mis hijos y eso no se cambia, pero te fuiste y aunque siga casada con vos, tengo el derecho de hacer mi vida también ¿no?
Edgardo es muy bueno y me ayudó mucho para comprar este departamento y no pagar más un alquiler, porque lo que gano en la oficina no alcanza para ahorrar. Más que en la limpieza gano, pero los chicos van creciendo y piden y piden y no paran de pedir. Fue un gran alivio su apoyo. No vayas a pensar mal, el dinero me lo prestó como amigo. Se lo voy devolviendo, pero sin presiones, me entendés.
Esta casa es más grande. Los chicos necesitaban su pieza y estamos en mejor barrio y tengo la ilusión de dejar de trabajar y ponerme el estudio contable.
Edgardo estudió a su debido tiempo y ya era profesor en la facultad y gerente de una consultora cuando nos encontramos de nuevo. Me ayudó mucho. Dice que tengo que crecer y no depender de nadie. No le molesta que estudie y lo consulto en todo. Es una gran persona.
Vos lo conocías ¿ Te acordás del gordito con anteojos, que el padre era dueño de las Pompas Fúnebres – se murió el año pasado, pobre- que ustedes lo mandaban a afanar las flores de las coronas para venderlas en el la puerta del cementerio? No te rías, cambió mucho, está muy distinto y me adora. Yo también lo quiero, no como a vos, pero le estoy muy agradecida por su ayuda, y sobre todo porque no me presiona. Gracias a Dios no quiere compromisos y no me pidió nunca matrimonio, porque con él es diferente...
Me volvías loca. !Si no te hubieras ido, me hubiera embarazado todos los años y ahora no estaría por recibirme de Contadora Pública Nacional!.
Mejor ¿no? ¿Te acordás que me tapabas la boca para que no se despertaran mis viejos? ¡Qué increible! ¡Estaba fuera de mi! ¿Y cuando nos mudamos y en un día quisiste estrenar todas las piezas de la casa y en la mitad de la noche me despertaste y me dijiste que faltaba la piecita de la terraza y fuimos? !Cómo no voy a comparar! !Eras tan romántico! ¿Cuándo te dije que no? !Nunca!
Ahora, no me reconocerías. Durante algún tiempo pude disimular. Como no tenemos convivencia -para no desgastar lo nuestro- era fácil, pero al final se dió cuenta de que no disfruto.
Me pidió que vaya a una psicóloga y estoy yendo. Hablar me hace bien, me ayuda con mis inseguridades. ¡Tengo un problema con la autoestima!.
Y bueno, al final, agarré confianza. Le dije la verdad, que la intimidad me cuesta, que él es muy bueno, que la culpa es mía, porque me acuerdo de vos.

Me mandó que te escriba una carta de despedida. Yo nunca hice la separación internamente, y si no termino un duelo, no voy a lograr nuevos encuentros. No solamente con él, con cualquiera ¿no? Con los otros dos era igual. Al principio me gustaban, pero después, siempre lo mismo. Y también eran personas excelentes.
¡Tiene razón! En el fondo de mi corazón me pongo a comparar y sos el único, no pude olvidarte, sigo esperando tu voz en el teléfono, cuando paso cerca de donde vivía tu mamá algo me golpea adentro como si me fuera a encontrar con vos.
Y aunque el frigorífico cerró hace años, creo que vas a llegar, cansado como un animal, hambriento y con ganas de hacerme el amor.
Vos me conocías bien y sabías despertarme. Ahora, siempre estoy cansada, aunque sea domingo. Nunca me volví a reír igual. Eras tan seguro. Me acuerdo cuando fuiste a pedirle a mi viejo la plata para el camión y le dijiste que te ibas a casar conmigo por mí y no por el embarazo.
¡Ay Julián! ¡Me sentí tan bien! Y más cuando lo trompeaste a mi hermano por decirte -“Chanta manguero y degenerado mirá lo que le hiciste a mi hermana”, y vos le contestaste - “Materialista, no entendés que a tu hermana la quiero para ser mi esposa“.
¡Pobrecito!¡ Si la culpa de todo era mía! Me acuerdo como te anduve atrás hasta que me diste bolilla. –“Mirame, mirame, mirame-“ decía y pasaba y pasaba por la esquina de tu casa.
¿¡Cuanto tiempo no!? Parece mentira. Pensar que ahora los chicos tienen casi nuestra edad de entonces.
Dicen que no cambié mucho. Sigo flaca ¿ Te acordás como me cargabas diciendo que entre vos y yo faltaba algo? Bueno, no falta más. No se si sabés, pero me hice las lolas. Igual a la oficina no puedo ir muy escotada y no uso minifalda -¿te acordás de mis piernas?-porque no queda bien. Ahora, como tengo personal a cargo me visto más clásica, bleizer y pollera o pantalón de vestir, camisita de seda o una remerita discreta en verano.
Eso si, el pelo, por mucho que me lo hayan dicho todos, no me lo corté nunca. Me lo levanto y me hago un rodete, pero siempre largo, como te gustaba. ¿Te acordas? Decías que si me cortaba el pelo, me dejabas. ¡Si me ves ahora te volvés loco de los celos!. Los tipos todavía se dan vuelta en la calle para decirme cosas. !Como te enojabas y me hacías cambiar! ¡Te odiaba! Todas mis amigas se vestían como querían y yo siempre con miedo.
Y nunca miré a nadie. Te quería demasiado, soportaba cualquier cosa para no perderte.
Pero empezaste a cambiar. Te buscaba y no querías.
Me contestabas: -¡No entendés como cansa manejar!
Y sí, empecé a entender y no sé como pude bancarte tantas.
Pero no te lo reprocho. Fue mi decisión. Nadie me obligaba. Fui una boluda. Pasó tanto tiempo que ya no vale la pena hacerse mala sangre.
Ahora, solamente quiero entenderme a mí misma.
Porque tu ausencia es un interrogante, mi lindo Julián. Te hice caso en todo, era buena, y consecuente y sabés que te he querido. Trabajaba como una burra para desmancharte el overoll. ¡Y ni el lavarropas me querías comprar!. Te preparaba tus comidas favoritas, limpiaba la casa y hasta servía por horas cuando no me dabas la plata para el alquiler. No paraba en todo el día. Desde cuidar los chicos hasta lavarle el culo a tu vieja cuando tus hermanas no hacían nada y se aprovechaban diciendo que a ellas ver en ese estado a la mamita les hacía mucho daño. Daññño, marcando la ñ, porque como eran maestras bien que te miraban de arriba. ¡Turras! ¡¿Y mi familia no te caía bien?! ¡No querías que me abrieran los ojos!
Fiel, como una desgraciada. ¡Y no me faltaban oportunidades! Qué boluda. Aunque no me dieras un mango para vestirme, estaba mucho mejor que la colorada esa de mierda con la que andabas, y eso te lo puede decir cualquiera.
Quisiera entender por qué, después de todas las que me hiciste, me cuesta tanto olvidarme de vos. Decime por qué no me vuelvo a enamorar.
¡Si estaba divina! ¡Si cogía como una diosa!
Pero no, siempre esperándote, como una boluda.
Que te dieras cuenta, que comprendieras. Después, que cambiaras. Después, a que volvieras. Esperé, esperé y esperé. Perdí los mejores años de mi vida deseando que me pidieras perdón. Esperando y esperando.
¡Hasta que me dejaste! ¡Qué pedazo de boluda!

Ahora quiero entender. Necesito encontrar una respuesta a la pregunta que me machaca hace años en la cabeza:

¿Por qué te aguanté hasta que te fuiste y no te dejé yo antes?

.
Eso. Y no te molestes, no espero tu respuesta, estoy haciendo terapia y la voy a encontrar solita. Yo puedo.
Sin otro particular, me despido de vos para siempre.
Sofía

PD Tiene razón mi psicóloga, me hizo bien escribirte.

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