sábado, 17 de septiembre de 2011

Carta abierta a todos los que ya saben que esta carta es para ellos y para los que todavia no saben por un mecanismo de negación:

Todo el tiempo se están descubriendo y cambiando cosas en este mundo tan post-moderno. Antiguamente no existían, por ejemplo, los adolescentes, no porque no hubiesen pibes de 16 años, sino porque no eran vistos como pibes. Ni siquiera la infancia tenia
demasiada entidad propia. Alcanza con ver pinturas antiguas para asombrarnos como las imágenes que representaban niños eran exactamente igual que las de los adultos, solo que mas pequeñas. ¡Así de poco se miraba a los chicos! Incluso parece que a las minas bajaban niños a los que hacían trabajar como a enanos.
Sólo recientemente se distinguió esa edad en la que ya no se es una criatura, pero tampoco se es adulto, y así también ocurrió con la tercera edad, que constantemente cambia su momento de inicio. ¿Quién podría aceptar ahora que una llamativa muchacha de cuarenta y cinco está ingresando en la “tercera edad”?
Otro fenómeno es la longevidad, motivo por el cual e las familias cuenta con algún bisabuelo, por ejemplo.
Sin embargo, lo que quiero destacar hoy hace referencia a otro fenómeno muy extendido y que no parece relacionado con la prolongación de la vida ni con una edad determinada. Sin embargo, la gran mayoría de mis lectores estará de acuerdo en que existe un nuevo grupo social al que pertenecemos muchos de nosotros. Se trata de los “Post-Padres”.
Antiguamente, es decir, hasta los nuestros, la de "padre" era una categoría a la que se accedía para permanecer en ella de por vida. Hoy, sin embargo, y como tantas otras cosas, tiene fecha de vencimiento. El ingreso es variable, aunque coincide, por lo general, con la etapa de la adolescencia de los hijos.
No debe considerarse como una categoría absoluta, ya que no se cesa de una vez y al mismo tiempo en todas las funciones. Es muy posible, por ejemplo, seguir ejerciendo como padre y – o madre en lo que respecta a temas económicos, y sin embargo quedar completamente obsoleto tecnológicamente hablando. Por ejemplo, es muy común que como proveedor se esté encargado de pagar la computadora (netbook, laptop, escritorio, i pod, etc) pero se esté completamente incapacitado para usar el aparato adquirido.
Esto, el nuevo encargado de la tecnología del hogar nos lo hará saber sin dilaciones. Cuando le pidamos que nos explique como abrir una cuenta de correo, lo hará, pero habrá olvidado darnos la contraseña, o simplemente, decirnos como se ingresa. Si lo reclamamos, nos brindará la explicación correspondiente, pero a una velocidad tal que será imposible retenerla para usarla cuando la necesitemos. Tal vez, si somos muy insistentes, incluso lo repita una vez mas, con la misma dinámica e idénticos resultados. Entonces nuestro hijo, educadamente, nos dirá: -“No te preocupes, ma-pa, llamame y yo te ingreso.
Entendemos que se trata de una paradoja, porque para usar la computadora lo que necesitamos no es llamarlo, es desincrustarlo, porque está sentado enfrente del monitor todo el tiempo, como una prolongación obvia del teclado. Cuando no está “conectado” está haciendo otra cosa muy importante, tanto, que no puede ni hablar por teléfono, y solo nos informa, lacónicamente, que estamos abusando de su valioso tiempo. Y así empezamos el largo proceso mediante el cual, al fin, nos convertiremos en Post-Padres.
Puede que compremos otra pc para nosotros, o que le compremos una nueva a nuestro hijo y nos quedemos con la vieja. Puede que, simplemente, acudamos al cyber. Allí tal vez alguien nos tenga paciencia y nos de las instrucciones necesarias para enviar un mail.
Como pertenecemos a otra cultura, tal vez no hayamos valorado en su justa medida el comienzo se nuestra degradación, ya que se dió en terrenos virtuales y no en el mundo de verdad. Poco a poco comprendemos nuestro error. Ahora, el mundo de verdad es ese, y el nuestro ya no importa. Por ende, no sabemos nada. Poco a poco, lo vamos aceptando. A medida que pasa el tiempo, nosotros sabemos cada vez menos menos y ellos cada vez mas. Pero no mas en la pc, mas en todo.

Aceptamos sin conflicto que no sabemos vestirnos, aunque nos usen la ropa, ni de cine, aunque les paguemos las entradas. Es que el dinero parece ser algo tan vulgar que solo la gente simple como nosotros merece ocuparse de él. Nuestro inglés es pésimo y a pesar de haber estado varias veces en Brasil no entendemos nada de portugués, idioma que nuestro hijo sí habla y entiende, a pesar de no haberlo estudiado nunca.
Una amiga mía se ganó el ingreso a la categoría de una forma muy sencilla, cuando su hija le mostró en el facebook de una amiguita una ropa que quería comprar.
Mi amiga sólo dijo: -"Que lindo, a mi tu abuela no me dejó estudiar corte y confección porque quería que fuese maestra. Pero siempre me gustó coser. ¿Te acordás de la ropita que te hacía cuando eras chiquita?"
La hija, cerrando la máquina, respondió: -"No se para que te muestro, si vos nunca entendés nada".
Mi amiga lo que no consiguió fue entender que era lo que no entendía, y debimos explicarle que, bajo ningún concepto, se pueden mezclar en la misma conversación los conceptos “Diseño textil e Indumentaria” y “Corte y Confección” . Y se dice "prenda", no "ropita".
Aunque nunca supimos qué hizo después con su diploma de Licenciada en Ciencias de la Educación, pero el punto pareció aclarado. Sin embargo, volvió a confundirse cuando, un buen día,
esa misma amiga de su hija la conectó, también por el Facebook, para pedirle que le enseñara a hacer el molde de una pollera con caderín. Ella, que adora a la gente joven, como todos nosotros, accedió gustosa y hasta entabló una relación de amistad con la chica, que le pedía consejos incluso en temas que se relacionaban muy poco con la moda. Este es un error que no debe cometerse, a pesar del placer que produce no ser considerado tonto por alguien treinta años menor. El error consistió en una simple confusión de incumbencias del rol asumido. Necesitamos recordar que no se es Post-Padre en relación a todos los jóvenes, sino sólo para los hijos propios. Lo contrario equivaldría a ser despedido de una empresa donde nunca se trabajó. La indeseada consecuencia consiste en que nuestro hijo-a, puede descubrir que ese amigo-a ya no merece su amistad tan sólo por haber simpatizado con uno.
El fenómeno de la Post Paternidad es, desde luego, de reciente surgimiento, y se encuentra en pleno desarrollo. Algunos Post-Padres mas adelantados nos contaron que, a medida que pasa el tiempo y los hijos crecen, también aumentan las incumbencias del rol. Lo que comenzó siendo una leve discapacidad tecnológica invade otros ámbitos de la vida cotidiana. Han descubierto, por ejemplo, que ya no saben como cuidar niños y que, para hacerse cargo durante dos horas de un nieto necesitan ser informados del contenido de un tratado de puericultura recién bajado de la Pagina web del Baby-Happy (and Cool) Book. Así, descubriremos que no sabemos confeccionar un menú infantil, que la marca de salchichas de Viena de toda la vida es un atentado a la salud y la felicidad, que no sabemos hervir ni papa ni zapallo, que la gaseosa impide el crecimiento infantil, y que obligar al nene a dar la mano para cruzar la calle es una forma de coartar su libertad individual y atentar contra los derechos humanos de la criaturita.
Tampoco debemos regalar tan alegremente juguetes a nuestros nietos. Revólveres, pistolas, tanques, espadas, están prohibidos por alentar la violencia. Pero si no queremos evidenciar aún más nuestra ignorancia, no preguntemos por qué el dulce pichón de cuatro años juega en la play con asesinos múltiples y guerreros del espacio que destruyen tres planetas con un solo disparo de su rayo lazer.
No preguntemos si no queremos oír, una vez más, que no entendemos nada.
Las filas de Post-Padres son cada vez más numerosas, ya que cada vez se admite gente con hijos mas pequeños. Sin embargo, debemos evitar regodearnos por ello.
El otro día, justamente, me llenó de culpa descubrir cuánta alegría sentí cuando ví a mi nieto mayor de seis años retirar un comando de la mano de su padre, mi hijo, que es Analista de Sistemas, diciéndole: - “Dejá papá, que vos no sabes jugar y me vas a hacer perder”.
Porque si bien nosotros somos nada más que sus Post-Padres, ellos, todavía, son nuestros hijos y los seguimos queriendo.

Post Padre: derivado de "post parto" (med) momento después del alumbramiento, cuando se produce una depresión en la mujer quien comprende que sólo fue una incubadora humana,
y que, pese a estar bastante arruinada, debe transformarse en una expendedora de leche fresca 24x24.-

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