domingo, 27 de febrero de 2011

Cosa de locos

Querido hermanito:
Te estoy escribiendo esta carta, posiblemente la única por un tiempo largo. Estoy bastante embromado, me resulta difícil tener agarrada la birome y, como ves, mi letra es desastrosa. Ojalá puedas entenderla.
Espero también tener la cabeza bastante clara como para contarte acerca de los ùltimos acontecimientos que te explicarán porque estoy como estoy. Como ya sabés, cuando me daban las pastillas, en vez de tragarlas, las escondía abajo de la lengua y en cuanto el enfermero miraba para otro lado, chau, me las metía en la media. Total, acá si te portás bien no pasa nada. Me hacía el bueno y nadie se metía conmigo.
Alrededor del edificio están esos jardines tan lindos. Si no llueve, salgo temprano y me lo paso todo el día afuera, abajo de los árboles. Ahí pienso, me acuerdo de las buenas épocas, qué se yo.....Escribo, si tengo papel. Vuelvo para comer, nada más. Lo pasaba bastante bien dentro de todo.
Pero al final metí la pata y la arruiné...!No sé cómo pude confiarme así!. Pero bueno, ya está, y no puedo hacer nada. ¿Para qué me voy a torturar, no?
Te cuento, che: Todo empezó cuando apareció una médica nueva. El problema lo tuve con ella, pero no te creas, la culpa fue solamente mía, porque me olvidé la regla más importante del hospicio: un tordo es siempre un tordo y punto.
Pero esta tenía una carita preciosa y es muy joven y nos trataba muy bien. Por eso al final me descuidé. Si señor, me descuidé ¡y me lo esta cobrando la doctorcita! Aunque no le pago como me gustaria a mi, claro.
Como vez, ni aún en estos momentos pierdo el sentido del humor. Negro, como yo, pero humor al fin. ¡Cuando no me pueda reír de mis desgracias voy a estar frito!
Bueno, el asunto fue así: La mina empieza a tener entrevistas conmigo, como psiquiatra, me entendés, pero yo me la agarré para el lado de los tomates. Sin querer, te lo juro. Como no me veía en el consultorio me confundí. Fue eso, seguro. Todas las mañanas iba a buscarme abajo de los árboles y además se enteró de que escribo y me traía libros de poesía. Lo menos una hora pasábamos juntos. Imaginate. ¡Es linda, pibe, y uno estará loco pero sigue siendo hombre!.
Me escuchaba calladita, con mucha atención y esos ojos enormes tan abiertos. Empecé a contarle cosas de mi vida. Cada vez más íntimas. Lo único que no le conté fue lo de las pastillas. Eso lo dedujo sola, porque tonta no es.
Bueno, como te decía, empezamos con la poesía. Primero leía y después se me quedaba mirando con esa mirada que me da escalofríos. Entonces yo le chamullaba algo, como para romper el hielo, y ella me hacía que si con la cabeza.
Una vez le dije: -¿Quiere que yo le lea?
-Bueno, me contestó- y me dio el libro.
-No- respondí- y le mostré el cuaderno de poemas míos que me había animado a llevar.
-¿Escribís? ¡Qué bien! Leéme, Hernán.
¿Me entendés hermano? ¡Como para no confundirme! ¡Sabía mi nombre sin mirar la historia clinica!
Y leí. Leía y la espiaba. ¡Total, ya sabés, los versos me los aprendo de memoria!
Le gustaba escuchar, de eso, mirá, estoy recontraseguro. Por supuesto, me agrandé y pisé el acelerador. Fue mi perdición.
Le leí los de la “Serie Azul” –¿te acordás?- y seguí con los “Cósmicos”. Esos que escribí en India.
Ella me dice: -¡Qué espirituales! ¡Sos un místico, Hernán!
Y ahí sí terminé de entrar como un caballo. Linda, buena, espiritual y comprensiva: ¿Qué más se le puede pedir a una mujer?.
Empecé a hablarle de lo que vos ya sabés. De la Gran Sincronía Universal, de los mensajes divinos que no sabemos descifrar pero que están escritos en todos lados, de cómo cuando alguien dice “Yo soy Dios” en Occidente te internan en un manicomio y en India festejan “¡Por fin hermano te has dado cuenta!”. Y que eso lo lei en “El Arte de Sr Dios" de Alan Watts. Que lo material es pasajero y sin importancia y de como regalé todo y me fui a la mierda a meditar.
Entonces ella agarra y me pregunta: Hernán : ¿Vos creés que sos Dios?
Y yo, como venía embalado, le suelto lo que siento: - No, Irene, no creo –le digo- estoy seguro.
Entonces le explico del Logos Universal, del significado esotérico del bautismo y la comunión, es decir de la Común Unión de Dios con el hombre. Y creo que ahí trató de tirarme un cable, pero yo, qué gil, no la pesqué.
-Común-unión....un neologismo. Qué queremos decir cuando decimos “común unión!: ¿Que también formás parte de la religión de tus padres? ¿Tus padres eran creyentes?
Sin escuchar, le aclaré- No de una religión. La religión es el opio de los pueblos. Si yo digo “también” diría que hay muchas religiones y no es cierto. Hay una sola, la religión de la Verdad Interior ¿Me entendés? – le pregunté porque ya nos tuteábamos-.Ella no me contestó y yo seguí: -Porque Dios hay sólo Uno, que anima todo el Universo, y Yo Soy Ese, la Sagrada Presencia de Dios en mí. Yo Soy el Unico Dios que existe y los sacerdotes no ayudan a llegar a Dios porque son mercaderes de la angustia .
A estas alturas yo estaba entusiasmado como perro con dos colas. ¿Sabes cuanto hace que nadie me escucha?

Ella estaba quietita, mirándome. Te lo juro. Además de unos ojos hermosísimos y unas mejillas de rosas tiene un pelo de seda, un perfume que flota y cambia el ambiente a su alrededor.....
-¡Dios es Amor! -terminé diciendo.
¡Y ahí me cavé la fosa yo solito!. Porque agarré y le enchufé un beso en la boca.
¡Qué beso, flaco! No me lo olvido más. Ella no dijo nada. Pero nada, ¿he?. Se levantó , muy tranquila, se estiró el guardapolvo, se sacudió unas hojitas secas de la pollera y se fue.
La veía caminar derechita hacia la entrada del edificio y ¿Me podés creer si te digo que yo era el tipo más feliz del mundo? No sé cuánto hace que el bobo no me pateaba tan fuerte.
Mirá: si lo pienso por ese lado, valió la pena. ¿Sabés cuánto hace que no besaba a una mina? ¡Qué gil! Seguro menos de lo que voy a tardar ahora en hacerlo otra vez. Mirá, flaco, no me creas si no querés creerme, pero para mí, te lo juro, me correspondió. Ya sé, soy un chiflado, pero creo que le gustó.
Bueno, te sigo contando. Ese día no la vi mas y no pasó mas nada. Yo andaba como en pedo. ¡Si hubiera estado afuera cómo me hubieran cargado los muchachos! Pero acá todos andan volados (por no decir boludos) así que nadie se dio cuenta.
Esa noche no me pude dormir. Soñaba despierto. Cerraba los ojos y en mi cabeza la besaba y la besaba y la besaba. Y la volvia a besar. Creo que hasta casi me imaginaba escuchándola decir: - -¡No me importa que estés loco! ¡Yo te quiero igual! ¡Vámonos juntos adonde nadie nos conozca! ¡Vámonos lejos de este manicomio!

No sé que hora era cuando me dormí, pero me desperté temprano. Bajé al officce. El gordo López me alcanzó un mate. Después agarró la planilla y me largó:
- ¿Qué cagada te mandaste Hernancito? Te sacaron el permiso de paseo. ¡Chau parque!
Si te digo lo que hice, te miento, porque no me acuerdo. Algo bueno, seguro que no era. Solamente mucha bronca. Ahí nomás me agarraron entre López y el nuevo, que es un guacho de mierda y me encajaron la pichicata.
Cuánto estuve guardado tampoco sé. Solo, en la de peligrosos, viste. ¡Qué hijos de puta!
Encima se avivaron de que no me tragaba las pastillas, y ahora me dan las gotas en un vaso con agua y me lo hacen tomar delante de ellos sí o sí. Cada vez que te sacan para ver al psiquiatra te pregunta qué día es y como no te acordás te encanutan de nuevo.
Hoy cuando fue a buscarme, López me dijo: -Es jueves, boludo, y estamos en agosto.
Así, por suerte, pude pasar por la entrevista con el tordo gracias al dato que me tiró el chavón. Buen tipo. Le debo una.
También me contó que en mi historia clínica dice que se me repitieron los trastornos ezquizofrénicos con delirios mesiánicos y alucinaciones.
Del beso, nada y yo no dije nada tampoco. ¿Para qué? ¿Lo habré alucinado? No se. Para mi que a la piba le dio verguenza y por eso no lo puso. ¿A vos que te parece? Me gustaría que me escribas si tenés un rato.
Bueno, López me prestó la birome y me dio papel para la carta. Me contó que preguntaste por mí un par de veces. Ahora ya sabés por qué estuve guardado. No te preocupes y decile a mamá que estoy bien. Si no reciben noticias mías es porque la medicación me hace temblar mucho la mano y no puedo escribir.
Te quiero un montón, hermanito, y por favor no le cuentes esta historia a nadie sino querés que en el barrio te digan: -“¡Ahí va, el hermano del boludo!”
Un fuerte abrazo de tu hermano: El Loco Hernán

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Cosa de locos by Ada Fanelli is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
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2 comentarios:

  1. Qué buena esta carta.
    El loco Hernán no está tan loco y confirma eso de que muchos que están adentro deberían estar afuera y muchos que están afuera...
    Te dejo un beso.

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